Crónica | cristian reino
Cataluña no es la Italia de los 80
PSC y CiU toman posiciones ante la previsible fragmentación del Parlament catalán tras las elecciones autonómicas previstas para el próximo otoño
En el próximo Parlament podrían hacerse hueco Reagrupament, la escisión de Esquerra Republicana encabezada por el ex consejero de la Generalitat, Joan Carretero; la formación aún por determinar de Joan Laporta; el proyecto de Montserrat Nebrera, ex diputada del PP; UPyD o el ultraderechista Josep Anglada, que se presenta bajo las siglas de Plataforma per Catalunya (PxC). «Antes el problema eran las mayorías absolutas, ahora lo será la fragmentación. Debe de ser la ley del péndulo», afirmó hace poco el portavoz del PSC, Miquel Iceta.
Oriol Pujol, portavoz de CiU en el Parlament, atribuye la aparición de estas nuevas formaciones, sobre todo las del mundo independentista, a la decepción causada por Esquerra y su participación en el Govern y al «incremento del sentimiento soberanista como consecuencia de los agravios e incomprensiones a los cuales España está sometiendo a Cataluña».
Jordi Matas, catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Barcelona, lo achaca a «la desafección política de los ciudadanos, al castigo que ello supone para los partidos clásicos y a las características del sistema electoral que se aplica en Cataluña y que, gracias a su elevada proporcionalidad, da más posibilidades a partidos pequeños para obtener representación parlamentaria».
Josep Maria Reniu, profesor del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona apunta que las principales formaciones que van a presentarse en las próximas elecciones responden a procesos de crisis interna en los partidos tradicionales (Carretero respecto de ERC o Nebreda respecto del PP) o bien al intento de partidos por ampliar su horizonte electoral (como UPyD o PxC).
Aunque la fragmentación podría hacer temer que se italianice la política catalana, los expertos consultados descartan que esta irrupción de más partidos en el Parlament provoque una situación tal que imposibilite la gobernación, como ocurrió en la Italia de los años ochenta, con siete presidentes del Gobierno en diez años, algunos de ellos teniendo que recurrir a Ejecutivos formados por pentapartitos, que a los pocos meses saltaban por los aires.
«A pesar de la posible aparición de nuevos actores, las opciones para crear gobiernos con mayorías suficientes serán una realidad», dice Pujol.