El Gobierno no contempla otro escenario que el acoso a la banda
Si ETA se encuentra contra las cuerdas, su expresión política de la izquierda abertzale no está mejor. Sus reflexiones, promesas y documentos con los que quieren dar fe de que están dispuestos a ser demócratas no conmueven al Gobierno, que observa todos esos pasos con un escepticismo absoluto. Esa desconfianza ha engordado, si cabe, con la respuesta al último atentado, que lejos de ser una condena se ha limitado a un lamento. José Luis Rodríguez Zapatero resumió esa reacción en tres términos: «cobarde, insuficiente y sin sentido». Por ese camino, sostienen los socialistas, los restos del naufragio de Batasuna siguen cavando su fosa.
Tras la ruptura de la tregua por parte de ETA hace tres años, el Gobierno llegó a una conclusión: nunca más habrá un proceso de diálogo con los terroristas y su entorno político. Con una excepción y sólo una, que antes dejen las armas. Las treguas, los sondeos o cualquier otro vericueto no serán ni considerados. El único escenario que maneja el Ejecutivo es golpear y golpear sin misericordia a ETA No se plantea otro camino.