Villanueva acepta a Llamas de presidente si en dos años le sustituye José Rolando Álvarez
Están todos los que son y son todos los que están y, además, no caben más. Treinta y cuatro asientos tendrá el nuevo consejo de administración de la caja unificada -"17 de Caja España y otros tantos de Caja Duero-" y ninguno se ha quedado fuera. Ni siquiera los más bajos del escalafón van a quedarse descolgados en este proceso de fusión. Sólo falta por decidir el presidente de la entidad unificada. ¿O no? Según ha podido saber este periódico, el consejero de Economía y Empleo y vicepresidente segundo de la Junta, Tomás Villanueva, tiene ya una estrategia fijada con dos nombres propios: el actual presidente, Santos Llamas, y el verdadero hombre fuerte del consejero castellano: el presidente de la Cámara de Comercio de Valladolid y de Iberaval, José Rolando Álvarez.
Tanto es así, que Tomás Villanueva ya negocia con PSOE y PP para conseguir su objetivo que pasa porque el actual presidente de Caja España, Santos Llamas, mantenga la presidencia de la entidad resultante de la fusión entre Caja España y Caja Duero durante los próximos dos años, tras los cuales sería el pucelano nacido en León, José Rolando Álvarez, quien se auparía a la presidencia de la entidad más importante de la Castilla y León y entre las ocho más grandes del país.
Periodo transitorio. Cabe recordar que en un primer momento la presidencia de la caja única sólo puede recaer en cualquiera de los 34 miembros del consejo resultante y sería transitoria, hasta las próximas elecciones a las entidades financieras, en dos años aproximadamente. Descartado el presidente de Caja Duero, Julio Fermoso, que se jubilará una vez se cierre la fusión, Villanueva aceptaría a Santos Llamas al frente de la entidad financiera, eso sí con la condición de que dos años más tarde sea su hombre en Iberaval -"al que el propio consejero aupó a la presidencia de la sociedad de garantía como un primer paso para metas más altas-" quien le sustituya. De entrada, Villanueva parece tener el beneplácito de gran parte del PSOE y del PP, sobre todo en Castilla, y por supuesto de Santos Llamas y de Fermoso.