Los nacionalistas critican el plan y la izquierda opta por desmarcarse
Zapatero no encontró ayer ni un amigo entre los grupos minoritarios del Congreso, con los que desde el comienzo de la legislatura teje y desteje acuerdos para sacar adelante presupuestos, leyes y medidas de todo tipo mediante la enrevesada fórmula de la geometría variable. Un dato que no es menor. El presidente del Gobierno sabe que si el PP no colabora, en los próximos días necesitará a algunos de estos partidos para convalidar en la cámara los reales decretos con los que ejecute el potente recorte de los gastos del Estado presentado ayer.
Para buscar complicidades, tuvo el detalle de telefonear el martes al portavoz de CiU, Durán i Lleida, al que anticipó sus planes, y la vicepresidenta Salgado, hizo lo propio con los portavoces de PNV y ERC. La deferencia no tuvo efectos visibles con el nacionalista catalán, que fue muy duro y negó apoyo alguno, pero el PNV, muy crítico, pero no cerró la puerta.
De quien ya se puede despedir el Gobierno, tras sus intervenciones, es de la izquierda, -”IU, ERC y BNG-”, y de UPyD, que espetó a Zapatero que es «un incapaz» y que si es «un patriota» debe convocar elecciones.