Carne «halal» en el barrio El Crucero

Amjid Shah lleva cuatro años en León y dos al frente de una carnicería halal en el barrio de El Crucero, en la calle Pérez Galdós. Es una de las cinco tiendas gestionadas por inmigrantes que ofrecen carne apta para musulmanes.

El colmado parece un pequeño zoco entre pakistaní y marroquí. Se encuentra de casi todo. Además de cordero, ternera, pavo y pollo, hay dátiles, especias árabes, sésamo, ras el hanout, tés, incienso, jengibre, curry, comino, fécula, curcuma, sémola, cus-cus… bebidas refrescantes de Marruecos y productos tan españoles como el tomate Solís.

Amijd Shah asegura que cada semana va personalmente al matadero para asegurar que el sacrificio se realiza de acuerdo con las reglas que estipula la Sharia´h o ley islámica. Pese a que los precios son económicos, la crisis también se nota en su tienda: «Si antes llevaban dos pollos, ahora llevan medio para darle olor al caldo».

Shah quiere reagrupar a su familia, pero la ley exige 570 euros de ingresos por persona y con una nómina de 1.200 euros y cuatro hijos e hijas es imposible. «En Pakistán es más problemático que en Marruecos, se tarda mucho más», añade.

Además de ternera, ofrece corderos y pollos sacrificados en el matadero Oblanca de León. «Allí la mayoría de la gente que trabaja son musulmanes, por lo que tenemos la garantía de que lo hacen como se debe hacer», aclara Said Ezzkari, presidente de la Comunidad Islámica de Musulmanes de León. Es requisito imprescindible —añade— invocar Alah Akbar (Dios es grande) cuando se sacrifica al animal y matarlo a cuchillo, según la Sharia´h, mediante dos técnicas: Cortar la garganta, el esófago y las dos yugulares (dhabh, degüello) o apuñalar al animal en su garganta donde el esófago sobresale encima del pecho (nahr).

Según el Instituto Halal está permitido aturdir a los animales rumiantes para su sacrificio y es lícito comer sin animales de caza o aquellos domésticos que se hayan escapado y se les dé alcance con armas de fuego.