Múgica, el socialista preferido por el PP, deja de ser Defensor del Pueblo
El veterano político, propuesto para el puesto por José Maria Aznar en el 2000, pone fin a su mandato tras una controvertida década ocupando el cargo
Enrique Múgica es un personaje controvertido y con habilidades. Controvertido porque despierta iras y amores; con habilidades porque ha conseguido estar una década al frente del Defensor del Pueblo, más que ninguno de sus predecesores, sin recibir críticas de PSOE y PP, los dos partidos que avalaron su nombramiento. Otra cantar es el de los nacionalistas para los que es una de sus bestias negras.
El veterano político puso fin el miércoles a diez años como Defensor del Pueblo. Todo comenzó en el 2000 con la aparente incongruencia de que un socialista fuera propuesto el cargo por José María Aznar. En el PP nadie rechistó la elección de su líder y el PSOE qué iba a decir si Múgica tenía carné del partido.
En un país alérgico a los grandes pactos entre los partidos mayoritarios, una designación consensuada denota el singular perfil de Enrique Múgica, un hombre con una historia plagada de momentos difíciles a lo largo del franquismo, la Transición y la democracia.
1397124194 Contra la dictadura franquista. Antes que socialista, fue comunista. Una ideología con la que comenzó a convivir en sus primeros años universitarios en Madrid. En 1953, se afilió al clandestino PCE y finalizó sus estudios de Derecho en la Universidad Complutense donde se forjó como activista contra la dictadura franquista.
La lucha salió cara: en cuatro ocasiones fue a parar a las prisiones de Burgos y Carabanchel. Tras diez años en el PCE se acercó al PSOE, tal vez por la influencia de Antonio Amat y Ramón Rubial. Su ascenso llegó en el congreso de Suresnes, en 1974.
Devenir político. Fue uno de los muñidores del pacto entre los socialistas vascos y andaluces que encumbró a Felipe González. Su devenir político quedó ligado desde entonces al líder socialista con el que, sin embargo, acabó mal. Pese a que se creía con méritos políticos e intelectuales más que de sobra, fue relegado de los primeros gobiernos socialistas.
Tuvo que esperar hasta 1988 para ser ministro de Justicia, responsabilidad que ejerció hasta 1991. A partir de ahí, se alineó, más por despecho hacia González que por devoción hacia Guerra, con los «guerristas».
El 15 de junio del 2000 y con el beneplácito, dicen que obligado, del PSOE inauguró su periplo como Defensor del Pueblo. Antes, devolvió al partido su carné socialista para, dijo, no estar contaminado en su gestión. Ahora, los socialistas cruzan apuestas sobre si volverá a solicitar el alta en la organización. La mayoría cree que no.