El inventario de pendones leoneses superará los 350 a finales de este año

Las campanas y el pendón, del pueblo son, dice el viejo refrán. En dos palabras condensa la raigambre popular de lo que durante años sólo fueron trozos de telas víctimas de las polillas y del olvido. Los pendones leoneses han resurgido con fuerza en los últimos años y de los 80 catalogados oficialmente se ha pasado a un censo que rondará los 350 cuando termine el ciclo de exposiones itinerantes que realiza la Asociación de Pendones Reino de León.

A este colectivo, creado hace seis años, no le extrañó en absoluto que cuenten con su aportación para los actos del 1.100 aniversario del Reino de León. Pero cuando la artista Carolina Caycedo se puso en contacto con su presidente, Bernardo Gutiérrez, para pulsar su implicación en la obra colectiva que proyecta para el Musac «no podía salir del asombro».

«¿Qué tiene que ver el Musac con lo que hacemos nosotros»?, se preguntaba. «Nuestro objetivo es fomentar las tradiciones y la cultura leonesa y siempre con mucho tacto, y no me encajaba», apostilla Gutiérrez. Cuando la artista londinense se presentó en Matallana de Torío, a donde se desplazó utilizando la oferta de Feve para ver la exposición y acompañada de su hija de cinco años, todavía no daba crédito. «Ni me atrevía a preguntar». En cuanto empezaron a hablar, se dio cuenta de que «lo que gira en torno a un pendón es lo que Carolina quiere transmitir con su obra».

«El pendón une: hay gente en los pueblos que no se habla y a la hora de llevar un pendón se juntan», explica Bernardo Gutiérrez. Y tanto: ya son más de 200 pueblos y 1.700 las personas asociadas a esta entidad sin ánimo de lucro que colabora en levantar muchos pendones y, sobre todo, «la ilusión por recuperarlos».

Y es una enseña de León: «Sólo tenemos una política. Lo único que vendemos es pendones y turismo, incluso en Valladolid donde, entre otros muchos sitios, también hemos estado», apostilla el presidente de la Asociación de Pendones Reino de León.

Sin desvirtuar la tradición. La participación de este colectivo en la carpa de Carolina Caycedo no va a consistir en hacer un pendón para la ocasión; en opinión de Gutiérrez una cosa así sería «desvirtuar la tradición». Su idea es que todas las asociaciones puedan aportar un trozo de tela para que quede constancia de las raíces leonesas -"«el pendón gira en torno a la unidad concejil»-" a la primera obra colectiva del Musac.

«Si metemos los pendones en el Musac, sería la leche. Ya los metimos en el Guggenheim», señala con entusiasmo ante la idea de llevar la tradición al sitio más moderno de León. Sería un hito más que sumar al récord Guinnes que preparan para el 27 de julio en León, con la mayor concentración de pendones de la historia. El evento, programado dentro de los actos del 1.100 aniversario, cuenta ya con 170 participantes confirmados. Una parte saldrán de la Plaza de Toros, de la rotonda homenaje al 1.100 aniversario, y la otra de la plaza de San Marcos para encontrarse en Santo Domingo y dirigirse hacia San Isidoro, donde se hará la ofrenda y el recuento.

La Asociación de Pendones Reino de León realiza, además, una labor callada fundamental. La catalogación de los pendones que se exponen en las seis muestras organizadas este año en Sahagún, El Bierzo, Valencia de Don Juan, Matallana de Torío, Cistierna y Val de San Lorenzo, localidad que cerrará el ciclo itinerante y donde se espera reunir al mayor número de pendones.

Movidos y aireados. «Maragatería y Valduerna son las zonas donde más se conserva la tradición, porque se han movido y aireado, pero entre León y Asturias se perdieron muchos debido a la guerra civil», explica la asociación.

Cada año se recuperan o restauran más de medio centenar de pendones con las subvenciones de la Diputación provincial, pero se estima que con las iniciativas y donaciones particulares se alcanza el centenar.

El objetivo es conseguir recuperar los 1.200 pendones que se estima que hubo en León, prácticamente en todos los núcleos de población. Las exposiciones itinerantes han sacado a la luz algunos olvidados o cuya existencia se desconocía: «En Sahagún fuimos a preguntar al pueblo de Codornillos por el pendón y nos dijeron que no tenían. Al cabo de unos días vinieron con un pendón de cuatro metros y medio. Había aparecido, guardado entre dos paredes, en las obras de restauración de la iglesia», comenta Bernardo Gutiérrez.