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paula de las heras | madrid
León

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«Se puede intentar ser coherente toda la vida, pero lo que no se puede es ir y darte un golpe contra la pared por tus concepciones ideológicas». La frase es del propio José Luis Rodríguez Zapatero, en la segunda jornada del debate sobre el estado de la Nación. La justificación de Zapatero quedó enterrada por las toneladas de palabras que se pronunciaron a lo largo de las casi doce horas que duró el pleno, pero encierra un mensaje que ataca directamente a la que había sido la estrategia del PSOE. Los socialistas siempre alegaron que la debacle económica era consecuencia del capitalismo salvaje y las políticas de derechas y que, sin duda, había que buscar soluciones en lo público y las recetas de la izquierda. De un plumazo, convirtió en papel mojado este discurso, válido como teoría pero no, vino a decir, en la práctica.

En un intento de defenderse, el jefe del Ejecutivo replica ahora a sus detractores de Izquierda Unida, del BNG o incluso de los sindicatos que no es lo mismo ser presidente del Gobierno que ocupar un escaño o un cargo público sin responsabilidades en la gestión pública. Hace una semana, Zapatero pidió a los «notables» de su partido en el Comité Federal del PSOE que pongan en marcha una campaña de explicación para contrarrestar esas críticas que minan su imagen de hombre progresista; la imagen, por cierto, que le convirtió en presidente del Gobierno por segunda vez en el 2008.

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