EL ORO ROMANO DE OMAÑAUn camino para el turismo
Murias pone en valor la minería romana del oro en el valle Gordo con cinco rutas
Señalizados 31 kilómetros en cinco sendas que permiten acercarse a canales y minas de los siglos I y II
Murias de Paredes es el primer municipio de Omaña que pone en valor los restos romanos de la minería del oro, explotada en los siglos I y II, con la señalización de más de 31 kilómetros en cinco rutas de senderismo que tienen como protagonistas las explotaciones auríferas del valle Gordo y parte la red hidráulica que sirvió para beneficiar el oro.
El entorno natural y patrimonial de los pueblos de Barrio, Fasgar, Posada, Torrecillo y Vegapujín, de donde parten las sendas completan el atractivo de esta iniciativa con la que se quiere «ofrecer a los visitantes un conocimiento de la zona y potenciar el turismo», señala la alcaldesa, María del Carmen Mallo.
Se trata de un proyecto avalado por la Reserva de la Biosfera de Valles de Omaña y Luna y financiado por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino y el Ayuntamiento de Murias de Paredes con 20.000 euros. Las rutas transcurren por la zona del valle Gordo que pertenece a Murias de Paredes, ya que el municipio de Riello, donde se ubica la otra mitad, no comparte este proyecto, como tampoco entraron en él Valdesamario ni Barrios de Luna y Sena de Luna.
El Suspirón, último pico de la sierra de Gistredo, de 1.826 metros de altitud, es uno de los puntos de referencia de la minería del oro romana en Omaña. En su vertiente oriental desembocaba la presa Antigua, uno de los carreliegos o canales ideados por la ingenería del Imperio Romano hace dos mil años, con de 8,75 kilómetros de longitud, cuyas huellas permanecen como «una leve cicatriz horizontal» en el paisaje y en la memoria popular.
El proyecto incluye el desbroce de un kilómetro de esta presa cuya captación se realiza a 1.690 metros de altitud en Arcos del Agua y Peña Cefera, un circo glaciar en el término de Fasgar, para llevar las aguas de lluvia y arroyos tributarios a los yacimientos auríferos de la Poza La Cava.La arqueóloga María Luz González y el ingeniero Roberto Matías han delimitado su trazado de manera precisa, que se bifurca en dos ramales a la llegada de la mina.
La presa Antigua supone un trasvase de aguas desde el río valle Gordo al arroyo de Valdesamario y pudo ser también canal de abastecimiento para la explotación de otra mina de oro, la conocida como Las Fornias, que aún no tiene reconocida su red hidráulica, apunta la arqueóloga María Luz González.
Este canal tenía una anchura de entre 70 y 80 centímetros y estaba flanqueado por dos muretes laterales, aunque no se conservan vestigios de los mismos. En las zonas de mayor pendiente el murete sólo se colocaba por la cara de la ladera.
Una de las huellas más vistosas del canal de la presa Antigua es Peña Cortada, a 1.674 metros de altitud, por la que pasaba el canal con sus dos muretes. «Allí donde las peñas cuarcíticas se oponían al paso de agua se hicieron tajos para abrirle camino, como en Peña Cortada», señala el panel explicativo de la senda de la Virgen de la Casa, que parte de Posada de Omaña y en el Alto del Pando cruza la canalización de la presa Antigua o Camino Asturiano, como se la conoce popularmente.
Los primeros estudios de las obras hidráulicas de la minería del oro en el valle Gordo han identificado otra obra de ingeniería importante, el acueducto de La Llera de la Cadena, el quinto que se conoce en la minería del noroeste hispano. De la existencia de un acueducto en el Barrio de la Puente daba cuenta el Diccionario Madoz a mediados del siglo XIX.
Actualmente, se han identificado los depósitos ejecutados sobre el frente de explotación de la mina El Pozo de la Cava, que se explotó en varias fases de arriba a abajo. Con esta elevación se conseguía que el agua circulara hasta el frente de explotación con el flujo deseado.
Las otras presas identificadas son La Calzada del valle Gordo, de 16 kilómetros, que sirvió para explotar a cielo abiero los yacimientos auríferos de Los Cousos y la que se construyó para beneficiar el oro de El Cuartín de los Moros, con unos seis kilómetros de longitud. De esta última no existía referencia alguna hasta la actualidad y se descubrió por interpretación de unas fotografías.
Falta por reconocer también el abastecimiento de la mina Las Pozas de Boca Reirisia-La Ferrera o de Juancavada. «Tampoco conocemos los poblamientos, aunque hay castros prerromanos que están sin excavar y continuaron en época romana», señala la arqueóloga María Luz González.
Con estos trabajos y la señalización de las sendas se da continuidad a los primeros trabajos de divulgación sobre estas explotaciones que se deben al agustino César Morán que en los años cincuenta publicó en sus Excursiones Arqueológicas por Tierras de León. En los años 80, el maestro Germán González, padre de la arqueóloga, llegó a realizar algún croquis sobre estas canalizaciones.