El monte de La Baña arde desde el lunes y el fuego sólo se puede atacar por aire
La estampa es secuencial en las zonas altas de la Cabrera; desde La Baña se puede ver una nueva entrega de llamas que queman el mismo terreno que quemaron llamas hace dos, tres o cuatro veranos. La costumbre del pirómano sale cara a las arcas públicas, a donde va a parar el recibo del despliegue de medios que se emplean para hacer frente a la barbarie del fuego. El dispositivo antiincendios de la Junta se ocupa de echar abajo el segundo incendio de los de nivel 1 declarado en las últimas horas en la provincia de León; no puede hacerlo si no es con medios aéreos, porque a donde las llamas pastan monte bajo y matorral -"porque desde el último fuego no da tiempo a que llegue a más la masa vegetal-" no hay forma de que llegue una cuadrilla a pie. Y por la máxima de que la eficacia para aplacar los fuegos llega cuando se logra cuando se plantea batalla terrestre, el incendio que circula desde el mediodía del lunes por las peñas cabreirenses tiene la ventaja de la noche para ganar espacio. Y ahí sigue, después de que tres helicópteros accedieran por turno de entrada a la zona del siniestro forestal durante la segunda jornada de vida de un incendio que nació de la mano del pirómano. Los efectivos que la Junta ha desplazado a la zona no son optimistas en cuanto a los plazos de persistencia del fuego.
Cien hectáreas. Es posible que se mantenga activo a lo largo del día de hoy, alejado de zonas urbanas y pobladas, de daños para bienes y personas, pero voraz con los arbustos que devuelve a las cenizas que cada segundo, o tercer verano se suelen convertir las zonas altas de estos valles de La Cabrera. Zona escarpada con un centenar de hectáreas carbonizadas en las primeras 24 horas de avance del frente de fuego, que anoche ya serpenteaba suelto después de que la falta de luz le liberara de la presión de la descarga de agua de los helicópteros de las bases de Cueto, Rabanal y Rosinos.
A medida que la agenda de siniestros se lo permite, la Junta ha desviado a los montes de La Baña nuevos refuerzos con el fin de mejorar la efectividad de las descargas contra las llamas, si acaso pueden llegar a reducirlas hacia un punto accesible para las brigadas que a pie rematan el fuego y anulan los rescoldos. Diecisiete hectáreas de matorral llegó a devorar el incendio de La Pola de Gordón, también fruto de a generación espontánea de pirómanos que atacó el monte en el inicio de esta semana, azuzada por las altas temperaturas.
El termómetro no ayuda contra la fiebre de hacer de la cerilla una hoguera, y de la hoguera un incendio. Se espera una rebaja en los niveles fogosos que ha alcanzado agosto en los últimos días; pero insuficiente, si la lluvia no completa el giro climatológico a unos valores que ahora cierren el círculo de la clave del treinta para los incendios: más de treinta grados de temperatura, menos del 30% de humedad y viento a más de 30 kilómetros por hora.