El siniestro del Cougar cumple cinco años con la investigación todavía abierta
El siniestro del helicóptero Cougar en Afganistán, en el que murieron 17 soldados, cumple hoy cinco años pendiente de que el tribunal militar que investiga el caso certifique si la causa que lo provocó fue un error del piloto, una avería o un ataque talibán. El Juzgado Togado Militar examina desde septiembre del 2008 las circunstancias del suceso, la segunda catástrofe más grave sufrida por las Fuerzas Armadas tras el accidente del Yak-42, que costó la vida a 62 militares en el 2003 cuando regresaban de Afganistán.
El mismo juez castrense reabrió el caso tres meses después de cerrarlo, limitándose a sentenciar que fue un accidente fruto de una serie de factores «imposibles de determinar». Su razonamiento era que la cola del aparato se precipitó contra el suelo por una maniobra brusca del piloto en condiciones meteorológicas y orográficas adversas que llevó a su vez al helicóptero que le seguía a hacer un aterrizaje forzoso. Eduardo Guitard, padre de uno de los militares que iba en la aeronave, recurrió con éxito el carpetazo de la investigación alegando la inconcreción de las pruebas y los resultados. «Yo me inclino por que fue un ataque talibán, no ya sólo al helicóptero que cayó, sino a los dos», barruntó Guitard. El padre del militar fallecido ha considerado necesario ahondar en el informe que llevó a José Bono a descartar que se debiese a un fallo mecánico.