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Los cooperantes se reencontraron con su secuestrador el día de la liberación

Vilalta y Pascual viajaron en el mismo vehículo que Omar El Saharaui, que ha sido excarcelado por Mali, mientras eran trasladados a la frontera de Burkina Faso

Un guardia civil observa la llegada de Albert Vilalta y Roque Pascual, Montilla y otras autoridades

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paula rosas | rabat
León

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Albert Vilalta y Roque Pascual volvieron a encontrarse con Omar Saharaui, el hombre que organizó su secuestro, el día que fueron liberados. Los tres llegaron a compartir un coche durante la tarde del domingo, cuando los cooperantes estaban siendo trasladados a la frontera con Burkina Faso.

Las imágenes de la agencia mauritana Sahara Media, muestran a Omar Sidi Ahmed Uld Hama, conocido como Omar Saharaui, bromeando incluso con los catalanes. Saharaui, que fue extraditado desde Mauritania, se encuentra libre desde que pisó Mali. Su liberación, por la que Aqmi ha peleado, ha sido una pieza clave en el desenlace del secuestro.

Sin embargo, la excarcelación del maliense podría presentar problemas imprevistos a Mojtar Belmojtar, el líder de la célula terrorista que retenía a los españoles. «Aqmi ha cometido un error», asegura el analista mauritano Isselmu Uld Mustafa, director del diario Tahalil Hebdo , y es que «finalmente ha dejado que, a cambio de los rehenes, se libere a un mercenario maliense en lugar de la de los islamistas encarcelados en Mauritania». El desenlace del secuestro de Vilalta y Pascual podría presentar fricciones dentro de la red terrorista, asegura Mustafa.

A pesar de todo, la enorme suma que ha pagado España por la liberación de los cooperantes, que se calcula en algo menos de ocho millones de euros, a repartir entre mediadores y terroristas, beneficiará, de alguna forma, a los salafistas que Mauritania no ha conseguido liberar. Al Qaeda no sólo emplea esos fondos para subsistir y continuar su lucha sino que, además, envía dinero a las familias de los combatientes encarcelados, lo que les garantiza su lealtad.

Un mercenario valioso. Saharaui, pese a ser un mercenario y no un miembro del grupo seguidor de Bin Laden, es una pieza valiosa para Aqmi. Gran conocedor del sur de Argelia, el norte de Mali y Mauritania y el Sáhara Occidental, el maliense puede aportar sus conocimientos a las células de Al Qaeda, formadas generalmente por milicianos muy jóvenes, recién salidos de los campos de entrenamiento en Afganistán. «Mercenarios o islamistas, los dos son utilizados por Al Qaeda para llevar a cabo los secuestros», opina el analista, para quien el grupo terrorista «considera importantes tanto a los unos como a los otros».

Belmojtar podría haber intentado mandar un mensaje a sus filas y a todos sus colaboradores con la puja por la liberación de Saharaui. La idea de que «no sacrificamos a nuestros aliados», acuerda la agencia mauritana Sahara Media, podría calar en futuros cómplices.

Y es que el grupo terrorista tendrá que volver a confiar en la red de soplones, chivatos y mercenarios que avisan a jeques de Al Qaeda en el desierto, ya que Vilalta y Pascual han sido los dos últimos rehenes que quedaban en manos de Al Qaeda en el Magreb Islámico. Casi con toda certeza, la banda intentará raptar a nuevos objetivos para seguir financiando sus actividades terroristas.

Desde noviembre del 2009, Aqmi ha capturado a siete europeos y a dos malienses, y ya no tiene a ninguno en su poder.

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