Diario de León

La población flotante de verano cuestiona el modelo de financiación de los municipios

Los servicios que requieren los veraneantes aumentan la presión del gasto municipal

Parte del aumento de la población se registra en los campings de la provincia.

Parte del aumento de la población se registra en los campings de la provincia.

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P. vidal / d.l. mirantes | león
León

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El aumento de población registrado durante los meses de verano en gran parte de los ayuntamientos de la provincia conlleva una mayor presión sobre el gasto municipal que no se contempla en las asignaciones de recursos para los ayuntamientos. Durante los meses estivales crece el número de habitantes de los pueblos y obliga a los ayuntamientos a incrementar los servicios que se prestan regularmente durante el resto del año. La recogida y tratamiento de residuos, los servicios de aguas, de sanidad o de seguridad ciudadana requieren de un esfuerzo extra por parte de las administraciones que no se tienen en cuenta a la hora de fijar las asignaciones para la financiación. Entre las mejoras que los municipios quieren incluir en la reforma del modelo de financiación local que el Gobierno planea para el próximo año se encuentra el contemplar esta población flotante para las asignaciones que reciben los ayuntamientos.

La población flotante de municipios leoneses como Matanza provoca que se presten servicios para más de 1.500 personas con una asignación para 300, según explica el alcalde, Marcelo Alonso. Matanza y los otros municipios integrados en la Mancomunidad de Municipios del Sur de León (Mansurle) registran un crecimiento poblacional cercano al 70% durante los meses de verano.

Triplicar la población. El incremento no es igual en todos los municipios de la provincia; incluso dentro de la misma zona se observan variaciones en el número de habitantes. En las zonas del Bierzo central y Bierzo alto apenas se aprecian diferencias respecto al resto del año, aunque en esta última zona se nota un incremento del 24%. Sin embargo, en el oeste y el suroeste se percibe un crecimiento de casi el 70% de la población, lo que ejemplifica la diferencia entre los flujos de veraneantes según la zona. Similar crecimiento experimentan pueblos como Garrafe y Sabero, que ve aumentar su población en más de un millar de personas.

La tendencia es que los municipios más «acogedores» sean los que llegan incluso a triplicar los vecinos en verano. Valderrueda, por ejemplo, registra 1.393 personas más en el verano, lo que supone casi un 140% de aumento. Vegas del Condado, con un incremento del 130%, Villamanín, con 143%, o la zona de la Maragatería con un 113% más, son otros municipios que siguen la estela de duplicar los vecinos en el período estival.

Menos aumento, pero igualmente significativo experimenta Sahagún, con una crecida de población del 103% en agosto, la zona de la Cepeda con 3.143 habitantes más o La Ercina en el que están censados algo más de 600 vecinos y al que llegan otros tantos en el período vacacional.

Los casos más llamativos en los que la población flotante es tres veces más que la registrada en el censo son pequeños municipios de la provincia que no superan los 300 habitantes. Esta es la situación de Prado de la Guzpeña que ve aumentar sus 138 vecinos casi un 190% en agosto, llegando a ser unos 398 habitantes. La localidad de Cebanico, con 197 vecinos durante todo el año, es la segunda en el ranking de crecimiento estival con casi 400 visitantes. La mancomunidad del Curueño es la que más crece en toda la provincia con un 207% más de población en los meses veraniegos.

Doble repercusión. Según afirman los alcaldes consultados por este periódico, en términos económicos, la llegada de los veraneantes tiene «dos caras». Por una parte, generan ingresos muy valiosos para algunas comercios locales. Por la otra, la riqueza que los turistas dejan en estos municipios no siempre es suficiente para cubrir los gastos extra que la prestación de servicio a esa población flotante suponen para las administraciones locales. La falta de presupuesto adicional para esta época del año ahoga a algunas poblaciones que arrastran durante el resto del año las deudas contraídas en la época estival y daña la financiación local, que algunos alcaldes consideran, «una asignatura pendiente de la democracia».

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