Diario de León

Las madres adolescentes, casi cien al año en León, arrastran las desventajas toda la vida

Las madres precoces acceden a un empleo estable con diez años de retraso respecto a sus coetáneas

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Ana Gaitero | León
León

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Ser madre con menos de 20 años no ha sido fácil para las mujeres del siglo XX y tampoco parece que va a mejorar su situación en el siglo XXI. En León cada año casi un centenar de adolescentes se convierten en mamás, un episodio crucial en la vida de una mujer que para las más jóvenes supone acortar el período de formación y a la vez menos oportunidades de acceder a un empleo estable.

Así lo concluye el estudio realizado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (Csic) y la Fundación Española de Contracepción a partir de una encuesta a 9.737 mujeres de 15 y más años que incluye varias generaciones de mujeres nacidas entre los años 30 y los años 80. «Cualquiera que sea la cohorte que se considere, la maternidad adolescente ha supuesto una circunstancia claramente desfavorable respecto a sus coétaneas», indica la investigación.

El acortamiento de los estudios es uno de los mayores inconvenientes para las mujeres que vivieron un embarazo precoz. Además, su patrón de actividad es de bastante menor intensidad a cualquier edad que se considere y registran menores porcentajes de empleos estables.

Las madres adolescentes viven en un período muy corto ocho o nueve acontecimientos de gran relevancia. En menos de cinco años pasan por las fases que las madres no adolescentes desarrollan a lo largo de un período medio de casi diez años: desde la primera relación relación sexual, al uso de anticonceptivos, pasando por la finalización de los estudios, el primer trabajo, la emancipación, la convivencia en pareja y la concepción del primer hijo.

En general, las madres adolescentes nacidas en los años 60, en el momento de la concepción de su primera criatura, estaban solteras, no se habían emancipado de su familia, tampoco convivían con la pareja y procedían de hogares con una media de hijos más elevada. Las madres no adolescentes de esta misma época en el momento de la concepción ya se habían emancipado y vivían en pareja.

Otra de las dimensiones que destaca el estudio es la fragilidad de las uniones de las madres adolescentes. «Las proporciones de rupturas se duplican en varias de las cohortes de uniones, llegando a multiplicarse por tres entre las emparejadas en 1965-74», señala el estudio.

Dificultad para el empleo estable. «En resumen, todo indica que las situaciones desfavorables que conlleva una maternidad precoz suelen persistir a lo largo de la trayectoria vital», apuntan las autoras Margarita Delgado, Laura Barrios y Noelia Cámara (Csic) y Francisco Zamora, de la Universidad Complutense de Madrid.

La obtención de un trabajo estable es una de las principales desventajas que sufren las madres adolescentes y arrastran a lo largo de todo su ciclo vital. En las últimas cohortes estudiadas (1981-1985) accedieron a su primer trabajo con 18,8 años, con muy diferencia respecto a las madres no adolescentes de su misma edad que se incorporaron al mundo laboral con una media de 18,5 años. Para ambas, el empleo estable es una excepción: no figuran estadísticamente porque menos del 50% habían conseguido un trabajo estable.

Lo mismo sucede con la generación anterior. Sin embargo, entre las mujeres que nacieron entre 1951-55 y 1971-75 se observa una gran diferencia entre las madres adolescentes y las madres no adolescentes en cuanto al acceso al empleo estable.

Entre las que vivieron un embarazo precoz, sólo la generación de 1961-65 ha alcanzado de manera relevante esta situación a una edad media de 43,3 años. Las mujeres que llegaron a la maternidad después de los veinte años alcanzaron un empleo estable con diez años menos (33,4 años) por término medio. En las sucesivas generaciones sin materninad precoz la edad al empleo estable se acorta hasta los 28,3 años para las nacidas entre 1971 y 1975. Las madres adolescentes desaparecen de la estadística de empleo estable.

También es menor, entre las madres más jóvenes, la proporción de mujeres que a los 20 años tuvo un trabajo. De las nacidas entre 1976-80, sólo el 52,8% habían tenido un trabajo al cumplir la veintena mientras que sus coétaneas sin maternidad adolescente la proporción en el acceso al trabajo alcanza el 65,7%. A los 30 años, el 74,2% de las madres adolescentes nacidas entre 1966-70 tenían un trabajo, frente al 84,4% entre las mujeres de su generación que no vivieron una maternidad precoz.

Menor uso de anticonceptivos. El estudio afirma que la maternidad adolescente está asociada a un menor uso de anticonceptivos. El 43% de las madres adolescentes nacidas entre 1976-80 usaron anticonceptivo en la primera relación sexual, mientras que alcanzó el 76,6% en madres no adolescentes de su misma generación.

El uso de anticonceptivos a los 20 años en la primera relación sexual tiene su máximo pico (80,1%) entre las madres no adolescentes de la generación nacida entre 1971 y 1975. Sólo el 37,1% de las madres adolescentes de esta generación se protegieron en la primera relación sexual con coito.

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