Diario de León

CONVULSIÓN EN LAS CUENCAS | LA BATALLA AMPLÍA FRENTES

Los mineros hablan con pólvora en las calles de Ponferrada

Más de un millar de mineros se manifestaron ayer en Ponferrada pidiendo limosna para los empresarios

Más de un millar de mineros se manifestaron ayer en Ponferrada pidiendo limosna para los empresarios

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r. arias | ponferrada
Ponferrada

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Apenas ni un grito contra los empresarios que les adeudan las últimas nóminas, ni contra el Gobierno o Bruselas por la falta de acuerdo para firmar el Real Decreto que permitiría quemar el carbón en las térmicas. Casi un millar de mineros se manifestaron ayer por la principales calles del centro de Ponferrada bajo una banda sonora en la que su malestar se adivinaba entre la estridencia de sus silbatos y sobre todo en el estruendo de los petardos. Los ponferradinos que se asomaban a las aceras descubrieron pronto que no eran las bombas festivas del segundo gran día de sus celebraciones patronales. El olor a pólvora destilaba amargura y hartazgo, en ningún caso jolgorio.

La marcha arrancó desde el Museo del Ferrocarril y se detuvo por primera vez frente a las cercanas oficinas del grupo Victorino Alonso. Los decibelios de los petardos y los silbatos aumentaron de forma notable en ese espacio. Y se desbocaron cuando un manifestante se irguió ágilmente sobre el muro de las oficinas de la compañía y cortó con unos alicates el cable de una de las múltiples cámaras de seguridad.

Fue una parada breve que algunos mineros «armados» con huchas de hojalata aprovecharon para pedir una limosna de un céntimo a algunos transeúntes. Para ayudar a los empresarios, en el colmo del sarcarsmo, a saldar sus nóminas del último mes. La comitiva, fracturada por cuatro pancartas en las que se aludía a los intolerables impagos de Victorino y de Viloria, pero también a la falta de efectos de la reindustrialización del Plan del Carbón o a los incumplimientos de las recolocaciones y del famoso Real Decreto, atravesó fuertemente escoltada, primero Camino de Santiago y luego la plaza de Lazúrtegui. En ese punto, el objetivo fueron las oficinas del grupo Viloria. Los trabajadores, muy jóvenes la mayoría procedían del Bierzo y de Laciana.

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