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Segunda marcha negra | Los 14 de Tremos ya sólo son 10

Dos bajas más en el pozo Casares

Un ataque de ansiedad obligó a Constantino Chico a salir de madrugada de la mina de Tremor. A la una de la tarde le siguió Manuel Ramírez por problemas en las piernas. Llevaban 16 días encer

Dos compañeros ayudaron a Manuel Ramírez, con gafas de sol, a abandonar el pozo Casares.

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a. Calvo | ponferrada
Ponferrada

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«Esto es peor que la cárcel. Es como si hubiera estado dentro un año, pero si tuviera que volver a entrar otra vez, me lo pensaría mucho, pero entraría». Tras 16 días encerrado en el pozo Casares de Tremor de Arriba, Constantino Chico se levantó ayer en su cama, en su casa de Astorga. Con la luz del sol. Sobre las dos de la mañana, el picador de 34 años no pudo más, «no podía parar quieto, no podía esperar a la carrucha» y subió andando los 400 metros de ascenso del primer pozo de la mina. Después, en el segundo tramo, de 200 metros, ya se sentó en la vagoneta para llegar hasta la bocamina. No habían pasado doce horas cuando su compañero Manuel Ramírez tuvo que abandonar su encierro, también por problemas de salud. Padece artritis y la humedad y el frío ya hacían mella en su rodilla derecha, que comenzó a hincharse.

El 6 de septiembre catorce mineros decidieron encerrarse en el pozo Casares. De los catorce de Tremor, ya sólo quedan diez. José Antonio Duarte salió el 9 de septiembre como consecuencia de una infección respiratoria. El electricista polaco Agustyn Korpok lo hizo el día 17, sufrió un tromboenbolismo pulmonar.

«Cuando me subí en la ambulancia, con las gafas de sol, sólo miraba el paisaje», declaró ya desde su casa de Viñales Manuel Ramírez, de 47 años. El médico le ha recomendado ocho días de reposo, para que su rodilla mejore, y un tratamiento.

Chocolate para todos. Los dos mineros que abandonaron ayer el pozo Casares dijeron lo mismo, que incluso Piotjr Pawek Redzik, el polaco al que todos llaman Pedro, el más dicharachero y bromista de todos, «comienza a estar decaído». Constantino Chico comentó desde Astorga que Ángel Morato Valladares, otro de los encerrados, «tiene un hernia inguinal, se la ha salido, pero no es grave y él es un luchador». Al salir del pozo, todos insisten en lo mismo, la dureza de enfrentarse cada mañana a la humedad, al frío y a la oscuridad.

Los encerrados ensalzan la cordialidad y la hermandad con la que viven, como cuando a Pedro le llegaron anzuelos y chocolate de Polonia y repartió sus dulces entre todos. La dureza de la mina ha hecho que se unan «como amigos de patio de colegio», como explicó Constantino Chico aludiendo a una canción de El canto del Loco.

Las agencias de comunicación pudieron bajar ayer al pozo Casares para hablar con los mineros que aún permanecen encerrados. Pedro Leite explicó que la salida de dos compañeros en una misma jornada les ha afectado «mucho», porque en estos momentos todos son como una familia, en la que todos se apoyan mutuamente, y perder a dos miembros es una «palo». «Estamos fatal», aseveró. Pero añadió que seguirán hasta el final con su protesta y que lo peor de estar encerrados es que «echan de menos» a sus familias, a los que ven a través de la prensa.

Mensajes para los diez encerrados. «Aguantar, que ya está. Ya queda poco y esto se va a arreglar», éste es el mensaje de Constantino Chico para sus compañeros, y éste el de Manuel Ramírez: «Os envío todos mis ánimos desde fuera, a muy pesar mío, a muy pesar. Si podéis continuar, hacerlo, pero si no salir. Lo primero es la salud».