Blanco pide unidad frente a los controladores, pese a admitir el «fracaso político»
«Les invito a seguir compartiendo un hoja de ruta, porque es momento de estar unidos y de que vean que no hay grietas frente al chantaje», solicitó José Blanco a todas las fuerzas parlamentarias en una larguísima comparecencia de casi cinco horas sobre la crisis de los controladores. El ministro de Fomento se presentó ayer ante la comisión del ramo como mero brazo ejecutor de una tarea colectiva que ya asumió el Congreso el pasado febrero: la de parar los pies a un colectivo que, según su discurso, ha «levantado un edificio de privilegios» mediante el «chantaje permanente».
Blanco no tenía una labor fácil. Su intervención precedió en unas pocas horas a la reunión del Consejo de Ministros extraordinario convocado para prorrogar el estado de alarma. Todos sus interlocutores en la sala sabían lo que se preparaba y todos querían hablar de ello, pero el ministro hizo hasta lo imposible por obviar ese espinoso asunto con un solo argumento reiterado de mil y una maneras. ¿Por qué los controladores han sido capaces de poner en jaque al Estado? Porque durante años, según su tesis, se les consintió todo.
En todo caso, no negó que -como planteó durante su intervención el portavoz del PNV, Joseba Beloki- pueda hablarse de «fracaso político en toda regla». Pero ni mucho menos agachó la cabeza. «Yo asumo parte de esa responsabilidad pero creo que no la tengo toda», defendió. De este modo, recordó que recibió el apoyo del Congreso cuando a principios de este año decidió aprobar por decreto el nuevo marco laboral de los controladores aéreos, tras «cinco años de negociaciones infructuosas», en los que el sindicato del colectivo, Usca, se dedicó a «forzar un escenario de tensión» para obligar a la prórroga de los acuerdos estatutarios.