EL CRIMEN DE LA JOYERA | AL FINAL DE LA LISTA NEGRA
Motivos para matar
Una veintena de crímenes espeluznantes alimentan la crónica negra leonesa durante el último decenio
La crónica negra leonesa está repleta de personajes aterradores, inhumanos, brutales. Y de crímenes más terribles todavía. En los últimos diez u once años se pueden contar una veintena de casos escalofriantes. Y aunque la perfección es discutible en este ámbito, cinco de ellos fueron tan bien urdidos que todavía hoy no se ha podido encontrar al culpable. El drama desquiciante que ha vivido la familia y el entorno de Marta Villayandre Bayón durante los últimos días renueva inmediatamente el recuerdo de aquella última semana de enero del año 2004, cuando una joven de 22 años era encontrada en su vehículo asesinada de un tiro en la nuca. Sheila Barrero Fernández fue vista por última vez en la carretera que une Villablino y Degaña por el puerto de Cerredo. Acababa de salir del pub en el que trabajaba y se iba a casa en su coche. En algún momento se desvió de su camino. Fue su propio hermano quien la encontró al día siguiente durante la búsqueda. El autor del crimen evitó la última mirada de Sheila; la mató por la espalda y huyó sin dejar rastro. Pese a la lucha incansable de la familia, el caso no se ha esclarecido. Pero la memoria de la joven sigue viva: su hermano Elías, minero, abanderó la última etapa de la II Marcha Negra con una camiseta estampada con la foto de Sheila.
Uno de los asesinatos más atroces jamás cometidos en León es, sin duda, el crimen de La Candamia. El asturiano Jorge Ramón Sánchez Alegre fallecía a finales del año 2000 como consecuencia de las 105 puñaladas que le asestaron en este parque metropolitano. La noche del 10 de diciembre conoció a dos jóvenes de la ciudad, alternó con ellos y le convencieron para acercarse hasta La Candamia. Allí fue acuchillado con un arma de 20 centímetros de longitud hasta que le salieron las vísceras. Años después del crimen, un adulto fue condenado a 17 años de prisión y un menor de edad fue internado en un centro de reforma.
Horripilante el final de la joven astorgana Celia Frade . Tenía 17 años cuando un joven de 20 años la mató golpeándola repetidas ocasiones en la cabeza con una barra de futbolín. Su cuerpo apareció en un descampado de Astorga el 26 de agosto del 2005. El cadáver apareció con 18 heridas, localizadas funamentalmente en la cara y en la cabeza, que quedaron totalmente destrozadas. Su agresor fue condenado a 16 años de prisión.
Especialmente dramáticos han sido los crímenes cometidos contra taxistas. En este último decenio se han cometido dos, con dramáticas analogías aunque con desigual desenlace. El primero de ellos tuvo lugar el 1 de junio del 2001. Constantino Guerra Pérez , de 37 años de edad, fue brutalmente asesinado en el kilómetro 1,8 de la carretera que une Toreno y Vega de Espinareda, en el Bierzo. Recibió seis disparos a bocajarro en la espalda y la cabeza que terminaron con su vida en el acto. El último servicio que hizo fue de madrugada y en un local de alterne. No se han encontrado culpables.
Las investigaciones sí dieron resultados en el caso del taxista José Miguel Alves Merayo , de 34 años de edad. Fue asesinado de un disparo en la cabeza en agosto del 2008. El día 19, los dos hombres que hoy están imputados por la muerte de José Miguel, subieron a su taxi y le pidieron una carrera hasta las Ventas de Albares. El ambiente amenazante que vio el taxista le obligó a tirarse del vehículo en marcha, aunque inmediatamente fue disparado por la espalda con una pistola Tanfoglio Ft de 6,5 milímetros de calibre. Le alcanzaron, pero no le mataron en el acto. La vileza de los todavía supuestos hechos -"aún no están juzgados-" llegó al punto de que los autores robaron al taxista moribundo y le abandonaron sin prestar auxilio. El fiscal pide 26 años por este asesinato a uno de los presuntos autores. El que se consideraba autor material del disparo falleció en la prisión de Mansilla de las Mulas en el 2008. El juicio ha sido fijado para el mes de marzo en la Audiencia Provincial.
El 8 de abril del 2007 moría en Cistierna José Segundo Sen Vélez , de 36 años de edad, como consecuencia de las puñaladas que recibió en la discoteca que regentaba. Esta muerte conmocionó a la comarca de Cistierna, donde su hermano Nicanor es alcalde. La víctima recibió una puñalada mortal en el transcurso de una pelea que rebrotó y enfrentó a varias familias del municipio.
Otro de los casos sumados a la lamentable crónica negra de León es el ajuste de cuentas que se saldó con la muerte de un hombre de 48 años frente a las oficinas de Correos. Ocurrió en julio del 2009 cuando A.E.G. recibió tres disparos, uno de ellos en la cabeza. Cayó mortalmente herido. Horas después se detenía al supuesto autor de los hechos y a dos cómplices. Todo fue tan rápido que nadie en la calle se enteró del suceso.
La familia de Rocío Fernández Ameijeiras no ha superado el duelo. Aunque su caso se arrastra desde el año 2005, todavía se desconoce la fecha exacta de su muerte, el móvil y el autor o autores. La joven de 23 años desapareció en el mes de mayo. Se encontraba embarazada. Sus padres recibieron mensajes de ella diciendo que estaba de viaje, pero decidieron denunciar el caso. En junio encuentran el cadáver en un vertedero y se detiene a un joven por la muerte de Rocío, pero queda en libertad con cargos. Al levantarse el secreto de sumario, se sabe que hay un segundo imputado, de Villablino. El caso sigue sin ser resuelto.
El crimen del maletero fue juzgado por un jurado popular. La brutalidad con la que fue ejecutado conmocionó a todos sus miembros. Los hechos ocurrieron en septiembre del 2004. Al único procesado por la muerte de una mujer de 40 años que apareció muerta en el maletero de su coche, en el paseo de Salamanca de la capital leonesa, se le imputó el crimen de haberla pinchado con un arma blanca hasta en 14 ocasiones y romperla el cuelo.
Otra de las muertes que siguen ser esclarecidas es la del vecino de Lucillo de Somoza que apareció muerto en su casa con un fuerte golpe en la cabeza. El alcalde del municipio encontró el cadáver de Julio Blanco Vizoso , de 64 años, en el patio de su vivienda y rodeado de un gran charco de sangre. El cuerpo sin vida del sexagenario apareció el día de Nochebuena, aunque llevaba varias horas sin vida.
María Teresa García era asesinada el 22 de noviembre del 2008 en el centro de la capital leonesa. Su agresor se ocultó tras una máscara de carnaval y abordó a su víctima y a una amiga a las tres y media de la madrugada, armado con un cuchillo de 20 centímetros. A María Teresa le asestó cinco puñaladas para apoderarse de su bolso. Se llevó 50 euros y un teléfono móvil. El asesino, que ha sido condenado a 22 años de prisión, era detenido en León dos días después.
En el 2001 se conocía el asesinato del frutero José Manuel Riojano , de 37 años, a manos de un joven con el que compartía piso. La agresión se produjo porque Riojano le recriminó a su compañero que siempre llegaba tarde por salir de copas. Éste le atontó golpeándole con una botella en la cabeza y después le apuñaló en el abdomen y la tráquea. Tres días después, el asesino, ya huido, llamó por teléfono a la policía nacional de León desde Toledo. Después cogió un tren y se entregó.
El 21 de enero de ese mismo año, el pastor de Fresno de la Vega José Antonio Rodríguez , de 23 años, aparecía asesinado como si se tratara de una pieza de caza: tres disparos de escopeta en la cabeza y los glúteos acabaron con su vida en el acto. Su asesino, un agricultor de 32 años, le tendió una trampa en plena luz del día. Taló unos chopos para atravesarlos en la carretera por la que iba a pasar el pastor. Cuando éste se bajó de su coche, Carlos Sandoval Prieto apretó el gatillo hasta que le vio muerto. El móvil fue una profunda animadversión.
En el año 2000 se conoció un crimen que tiene todos los ingredientes de una novela negra, el crimen de la calle Colón . Una asistenta y la anciana para la que trabajaba; un cuchillo de enorme dimensiones clavado en la espalda de la septuagenaria, y ni una sola prueba que inculpara a la sospechosa, que contaba con una buena coartada. Un jurado popular decidió finalmente que era culpable de haber golpeado y acuchillado a la víctima en su propia casa, cruel final de una enemistad que habría empezado un año antes, cuando la anciana despidió a la acusada al sospechar que le sisaba dinero. La sentencia de la Audiencia Provincial de León condenó el apuñalamiento con 13 años de cárcel.
El 26 de noviembre del año 2000 aparecía el cadáver de Jesús Molina , de 27 años, en el vertedero de Villadangos. Fue asesinado de varios disparos. Por su muerte fueron detenidos dos uruguayos que trabajaban en el club de alterne Latin Lover de León, quienes argumentaron que Molina era molesto y provocaba peleas en el local. La policía nunca llegó a confirmar la sospecha de que un grupo de hosteleros acordara erradicar a varios extorsionadores nocturnos y, finalmente, los acusados fueron declarados inocentes e indemnizados.
La terrible muerte de Esperanza Digón, que tenía 23 años cuando fue asesinada, todavía se guarda en la memoria popular. Ha pasado a la hemeroteca como el crimen del pantano porque los autores, después de disparar a la joven, lanzaron su cuerpo al pantano de Bárcena. Un hombre y una mujer fueron condenados en el 2002 por el suceso.
El Bierzo también fue el escenario de otra muerte sin esclarecer, la de la alemana Edda Schneider . Su cuerpo fue hallado por los perros de unos cazadores el 18 de noviembre del 2007, aunque llevaba desaparecida desde mayo del 2006 en Las Médulas. Caso sin resolver.