Sobrevivir al cáncer

«Superviviente es como si habláramos de una catástrofe, y no lo es. Antes te ponían una cruz encima, pero es que ahora nos salvamos más de los que se quedan en el camino». Así habla el catedrático de Ecología Estanislao de Luis Calabuig después de dar por superado el cáncer que abordó con vitalidad y lucha diaria. Es una de las miles de personas que han escuchado a su médico eso de «usted tiene cáncer» y, cinco años después de tratamientos y seguimiento médico, pueden decir aquello de «me he curado». En León, más de 20.000 pacientes diagnosticados de cáncer han pasado por la enfermedad, la han vencido y ya se han incorporado a su vida con mayor o menor normalidad. Porque no todo es normal después de sobreponerse a un cáncer. Son personas especiales por la forma en que han aprendido a vivir con las secuelas de este tipo de patologías -hablar de cáncer supone hablar de más de 200 enfermedades distintas- y sus tratamientos. Y la comunidad no siempre ayuda en ese regreso a lo cotidiano. Muchos supervivientes de cáncer tienen la opción de volver a la misma forma de vida que tenían antes del diagnóstico. Aunque no siempre ocurre. El impacto en la persona suele ser muy profundo, pero no hay planes sanitarios intermedios con terapias de rehabilitación ni estrategias públicas que garanticen una adaptación temporal de los puestos de trabajo, derecho que actualmente se confía al empresario. Esta nueva minoría -en Castilla y León son más de 120.000 ciudadanos- ya tiene su propia Carta de Derechos.

Todos los datos recabados para este reportaje en diferentes fuentes tienen un denominador común: el cáncer se cura cada vez más y con menos secuelas. El doctor Andrés García Palomo, presidente de la Asociación Castellano y Leonesa de Oncología y jefe del servicio en el Hospital de León, previene que hablar de esto hace diez o quince años «era impensable» porque la gran mayoría de los tumores eran incurables. Pero los avances médicos han permitido que ya el 49,5% de los diagnósticos en varones y el 59% en mujeres tengan curación. Y dependiendo del tipo de patología, los porcentajes pueden ser más tranquilizadores. Los datos aportados por esta entidad son rotundos. El cáncer de colon y recto, con especial incidencia en la provincia de León, tenía en el año 95 un índice de supervivencia del 52,5%. Ese porcentaje es hoy del 64,2%. Algo similar ocurre con el cáncer de mama. Hace quince años, estos tumores lograban curarse definitivamente en el 75% de los casos, pero ahora el restablecimiento alcanza al 84% de las pacientes.

No tan normales. Los graduales avances en torno a la detección, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer han favorecido la normalización de las vidas de muchos ciudadanos. La calidad de la asistencia y de las nuevas terapias activas, como la quimioterapia o la radioterapia, ha logrado buenos resultados epidemiológicos a gran escala durante los últimos lustros y, por supuesto, han reducido las secuelas físicas y psicológicas de los pacientes. Después está la Atención Primaria, donde se aplican los programas de prevención y el plan estratégico regional contra el cáncer. Los pacientes y los médicos de cabecera se quedan solos en el complejo mundo de la supervivencia, puesto que no existe un modelo global para la atención a este colectivo. Pero el circuito se cierra en este punto. Comunmente a los cinco años de producirse el diagnóstico. «No existen planes sanitarios intermedios -"recuerda García Palomo-". Existe vigilancia clínica para que no recaigan, pero no hay políticas ni estrategias para la rehabilitación psicológica o familiar». Y llegados a esta fase, muchos «ex» es lo único que necesitan. Sobre todo para reincorporarse al trabajo.

Se da la circunstancia de que la mayor parte de los supervivientes de cáncer tienen entre 40 y 70 años, por lo que prescindir de ellos supone asumir grandes pérdidas económicas y sociales. Y, en este ámbito, la comunidad suele ser bastante torpe en el recibimiento de los que han superado el cáncer, como si se tratase de enfermos incurables. No en vano, la baja definitiva es la alternativa de muchos, con el consiguiente traspaso a las clases pasivas. «No pueden o no les dejan regresar al trabajo porque se sigue considerando el cáncer como una enfermedad mortal, cuando realmente es población activa que lo único que necesita es que adecúen sus puestos de trabajo a la nueva realidad», indica el presidente de los oncólogos de Castilla y León.

Secuelas por tiempo. Una iniciativa promovida por la Sociedad Española de Oncología determina de qué manera las secuelas del cáncer afectan a la vida cotidiana de los supervivientes. Prácticamente la totalidad de ellos sufren secuelas comunes como la fatiga hasta dos años después de concluir los tratamientos. Sin embargo, la reincorporación gradual a su puesto de trabajo es esencial desde el punto de vista psicológico para favorecer la curación de los pacientes.

Existe un amplio elenco de secuelas que las personas que han padecido cáncer arrastran durante un largo proceso, pero que tampoco las inutilizan de por vida. García Palomo cita, por poner algún ejemplo, la imposibilidad de cargar peso que tienen las mujeres mastectomizadas, las incomodidades de quienes se ven obligados a llevar una bolsa para eliminar heces o los impedimentos que padecen los pacientes que pierden el habla, caso de los laringeztomizados.

El plan de supervivencia individualizado es una reivindicación de estos pacientes, que piden, al acabar la fase oncológica, un informe detallado para incluir datos como el tipo de cáncer, las singularidades del diagnóstico, los tratamientos recibidos y el seguimiento recomendado. A través de las asociaciones provinciales de la lucha contra el cáncer agrupadas a nivel nacional, estos pacientes han redactado una Carta de Derechos, en la que, en resumen, piden «una atención médica continuada de por vida e igualdad de oportunidades en el ámbito laboral».

Lo que c uenta. La superviviencia de los pacientes con cáncer, medida como proporción de casos que logran sobrevivir un tiempo preestablecido, es el indicador más importante de la eficacacia del sistema asistencial en la lucha contra la enfermedad. Este indicador refleja en qué medida los casos son diagnosticados en un estadio potencialmente curable y el grado de eficacia de los tratamientos terapéuticos. Pese a los esfuerzos, el cáncer constituye la priemra causa de muerte entre los 40 y los 74 años para ambos sexos y se sitúa en el segundo puesto para el conjunto de todas las edades, sólo por detrás de las enfermedades del aparato circulatorio, según la estadística de morbilidad del Instituto Nacional de Estadística, correspondiente al año 2008. De las 2.841 defunciones que se produjeron ese año, 627 fueron causas por algún tipo de cáncer. Los tumores malignos del aparato respiratorio son la causa más frecuente de muerte por enfermedad oncológica entre la población en general. En los varones, siguen en orden el cáncer de próstata y el de colon, mientras que en el caso de las mujeres el tumor de mama es la principal neoplasia causante de muerte, a la que siguen el cáncer de colon y el de estómago. Pese a estos datos, el mensaje del Gobierno de Castilla y León para el Día Mundial contra el Cáncer que se conmemora mañana es que la evolución contra este conjunto de enfermedades presenta desde la década de los 90 una lectora positiva que se pone de manifiesto en el hecho de que la superviviencia, tras padecer un cáncer, sigue aumentando.

Esta mayor supervivencia se relaciona «con la planificación y puesta en marcha» de medidas de protección precoz, con la excelencia profesional y con la calidad y seguridad de los tratamientos, con la innovación de recursos de diagnóstico y tratamiento y con el desarrollo de cierta investigación.

Respecto a la evolución del cáncer, se constata una estabilización de las cifras. El Registro de Tumores, adscrito al Complejo Hospitalario de León, incluyó 2.988 nuevos casos en el año 2008 (1.751 en hombres y 1.237 en mujeres) frente a los 2.744 que introducía un año antes. Aunque no son datos relativamente recientes, son las cifras conocidas este mes y que serán sometidas a procesamiento durante el presente ejercicio. El leve incremento entre ambos años se explica por la inclusión de determinados tipos de tumores que antes no entraban en el registro, puesto que, patología a patología, apenas se perciben cambios sustanciales, según explicó Teresa Ribas, responsable del registro adscrito al departamento de Anatomía Patológica del Hospital de León.

Hombres y mujeres. En los tumores que afectan al hombre, los diagnósticos se han reducido. El cáncer de próstata sigue siendo el más común, con casi 300 casos. Siguen, en orden, los tumores colorrectales y los de pulmón. Resulta especialmente llamativo el notable descenso del cáncer de pulmón, que representa un 20% de casos respecto al total que el año anterior. Los únicos tumores que aumentan son los de hígado y pancreas.

Respecto a los tumores en mujeres, el registro pone de manifiesto datos especialmente positivos en casos como el cáncer de mama, que en el 2008 representaba el 5,5% del total de tumores, dos puntos menos que en el año anterior. Tras el de mama, la mayor incidencia en la mujer la tiene el cáncer colorrectal, al que siguen el de cuerpo de útero y el de estómago. El repunte que había tenido el cáncer de pulmón en las mujeres ha vuelto a estabilizarse, si bien son datos que oscilarán de forma creciente durante los últimos años, según las previsiones de la Asociación Castellano y Leonesa de Oncología.

Las proyecciones realizadas para un horizonte de cuatro años pronostican un aumento de la incidencia del cáncer en hombres del 18% y de un 12% en las mujeres. Los supervivientes también aumentarán.