Cinco horas con Angela
Pocas veces una cumbre bilateral había despertado tanta expectación. La amplia sala de prensa del palacio de La Moncloa registró un llenazo para la comparecencia conjunta de Zapatero y Merkel con la que se puso fin a las cinco intensas horas que duró la cumbre. La canciller germana, además de las flores que echó a las reformas económicas impulsadas por su anfitrión, trató en todo momento de mostrarse simpática y afable, al punto de confesarse «amiga de España».
Merkel llegó a Torrejón de Ardoz, y nada más aterrizar se desplazó aLa Zarzuela para reunirse con el rey Juan Carlos. Con puntualidad prusiana llegó unos minutos antes de las 12.00, la hora prevista para el encuentro con el jefe del Estado, un adelanto que propició las bromas reales. La canciller, de negro con una camiseta granate, tuvo un acompañante de excepción para esta visita, el presidente del Gobierno. Se pueden contar con los dedos de la mano las veces que Zapatero ha ido junto a un visitante extranjero a ver al rey a La Zarzuela. Esta deferencia da una idea de la importancia que dio el jefe del Ejecutivo a esta cumbre.
Lo que iba a ser una charla de media hora se prolongó 15 minutos más de amigable conversación. Y si Merkel llegó con adelanto a la residencia real lo hizo con retraso a La Moncloa debido a la prolongación de la entrevista con el rey. La canciller fue recibida con honores militares, escuchó los himnos de Alemania y España, y pasó revista a un batallón del Regimiento Inmemorial número 1. Numerosos funcionarios del complejo presidencial abandonaron sus despachos para curiosear la visita.
A continuación, Zapatero y Merkel se entrevistaron a solas, intérprete mediante, mientras que las delegaciones ministeriales, seis por país, mantuvieron encuentros sectoriales. Concluidas las conversaciones llegó la foto de familia, donde se vio a un Rubalcaba muy dicharachero con la invitada. Al testimonio gráfico se incorporaron también empresarios y sindicalistas de los dos países, invitados de nuevo cuño a la foto y al almuerzo de la cumbre bilateral.
Los fogones de la Moncloa, al igual que su inquilino, pasaron con nota la prueba del almuerzo. Pastel de verduras, paletilla de cordero asada y espuma de fresón con chocolate compusieron el menú de la comida.