«Hago las mismas tareas que con mi hija»
FAMILIA SÁNCHEZ MONTOYA, León
Yunia Sánchez Montoya es cubana y madre de una niña de siete años. Es licenciada en Económicas, pero su pasión es la infancia. Una amiga le habló del programa de acogimientos familiares hace más de dos años: «Como te gustan los niños a lo mejor te interesa...», le dijo. A los pocos días ya se había empapado del programa en Cruz Roja de León y apuntado al programa de formación por el que pasan todas las personas que realizan acogimientos.
En mayo cumplirá dos años como «madre acogedora», una tarea que comenzó de la manera más tierna que se pueda uno imaginar. Con un bebé de quince días al que crió durante sus diez primeros meses de vida hasta que fue entregado en adopción a una familia. «Fue una experiencia muy bonita», recuerda. Poco antes de finalizar este acogimiento se inició el «acoplamiento» (período de adaptación en la familia de acogida) con una menor bastante mayor: once años. Y no cuajó. «No todos los niños están en el momento o la edad adecuada para que se realice el acogimiento», puntualiza la coordinadora del programa en Cruz Roja, Camino Sanz.
Los problemas de una larga institucionalización, los conflictos de lealtades entre familias biológicas, cuando éstas no aceptan la medida, y familias de acogida... pueden ser causa de que el acogimiento familiar no sea la medida idónea para un menor en un momento determinado.
Ahora, la familia de Yunia Sánchez se ha ampliado de nuevo. Amanda, su hija, comparte habitación desde hace ocho meses con una niña de ocho años. «Siempre la consulto a ella (Amanda) porque somos la familia y la adaptación fue muy rápida. Es una niña que está muy acostumbrada a convivir con otros niños», explica. Y lo que parecía que podía ser más complicado, ha ido «sobre ruedas». «Saben que no son hermanas, pero tienen un vínculo bastante importante. Mi hija es más tímida y ella lo contrario», añade.
Comparten juegos, pero van a colegios diferentes. Es cuestión de organizarse. «Siempre voy con una a recoger a la otra», señala. La elección del colegio se realiza en función de las necesidades de cada criatura y de la familia. «En este caso, al ser una niña con necesidades especiales —déficit de atención— buscamos el colegio más apropiado para ella», apunta.
En definitiva, para Yunia Sánchez la responsabilidad del acogimiento «se puede llevar a la par con tu vida familiar. Haces las mismas tareas que con tu propia hija y estás ayudando a una persona a que tenga estabilidad en el futuro».
Parte de esa responsabilidad es conseguir que la niña cumpla unos objetivos en la vida cotidiana y escolar. Yunia puso en práctica con ella el sistema de puntos. «Cuando consiguió sus primeros cinco elegió como premio dormir con Amanda y los siguientes, dormir conmigo...». Y es que los niños, como dice esta madre-acogedora, «necesitan un espacio y una persona que les dé calor y amor». A su casa llegan porque «necesitan una familia» y sabe que pueden marcharse en cualquier momento, en este caso es un acogimiento temporal: «Su familia biológica puede tener una nueva oportunidad».