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Cinco militares mueren al explosionar unas minas que intentaban desactivar

Los tres suboficiales y dos cabos realizaban un ejercicio en Hoyo de Manzanares

Una ambulancia, en el recinto de la Academia de Ingenieros tras la explosión.

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mateo balín | madrid
León

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Cinco militares murieron y tres resultaron heridos de gravedad al explotar una gran cantidad de munición durante un ejercicio de adiestramiento con minas en la Academia Militar de Ingenieros de la localidad madrileña de Hoyo de Manzanares. Los fallecidos son tres suboficiales y dos cabos, de entre 25 y 44 años, pertenecientes al Ejército de Tierra y a la Infantería de Marina. La deflagración tuvo lugar cuando los militares se disponían a realizar la voladura controlada de minas anticarro. Se trata del siniestro más grave en maniobras militares de la última década.

Los fallecidos son el sargento Sergio Valdepeñas Martín, de 35 años; el sargento Mario Hernández Mateo, de 33; el cabo Miguel Ángel Díaz Ruiz, de 25; el sargento Víctor Manuel Zamora Letelier, de 44 años, y el cabo Javier Muñoz Gómez, de 36. Los tres primeros pertenecían a la brigada acorazada número 12 de El Goloso (Madrid), del Ejército de Tierra, y los otros dos a la Brigada de Infantería de Marina de San Fernando (Cádiz).

Todos ellos tenían una amplia experiencia en la desactivación de explosivos y habían estado en algunas de las misiones internacionales de mayor riesgo como Afganistán, Líbano, Bosnia o Kosovo. Precisamente, la unidad se estaba preparando para viajar a Líbano a finales de abril, una vez que concluyese la rotación del contingente destacado en la base Miguel de Cervantes de Marjayún, al sur del país.

La ministra de Defensa, Carme Chacón, calificó a los fallecidos como «algunos de los mejores expertos en explosivos», sobre todo del Ejército de Tierra, en referencia a los sargentos Valdepeñas y Hernández, que acababan de regresar de Afganistán donde había desactivado decenas de artefactos explosivos improvisados -”los denominados IED-” la principal amenaza que se cierne sobre las tropas españolas y de la Otan.

Los tres heridos de gravedad forman parte de la Brigada de Infantería de Marina y tras producirse la explosión fueron evacuados en helicóptero a los hospitales Gómez Ulla y Puerta de Hierro de Madrid, aunque a última hora del día los tres se encontraban en el primer centro médico. Su pronóstico es reservado dentro de la gravedad.

La explosión tuvo lugar hacia las 10,30 de la mañana, cuando un grupo de 16 militares realizaban un ejercicio de adiestramiento con explosivos en campo abierto. Consistía en la acumulación de minas anticarro para su posterior voladura controlada. Los explosivos se encontraban desactivados, es decir, no tenían detonador, y la deflagración tuvo lugar cuando los soldados habían colocado las cargas necesarias para destruir la munición y antes de que éstos se pusieran a resguardo.

Fuentes de Defensa confirmaron que los militares llevaban las medidas de protección adecuadas para este tipo de ejercicios, lo que en este caso incluye el casco y el chaleco de protección, pero no el mono especial que habitualmente llevan los desactivadores de explosivos del Ejército. Un juez togado militar abrió una causa para conocer por qué se produjo la deflagración y un equipo de los Tedax de la Guardia Civil y otro de la policía judicial inspeccionaron el lugar.

Chacón aseguró que la explosión fue de «gran magnitud» y dijo que el accidente fue «desgraciado, ya que se preparaban para salvar vidas y han perdido la suya».

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