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Rajoy acusa al PSOE de «burlarse de los españoles» con su debate interno

Rajoy intervino en la clausura de la Convención Municipal del PP que se celebró este fin de semana.

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antonio montilla | madrid
León

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Mariano Rajoy se pronunció ayer por sobre el debate sucesorio abierto en el PSOE y lo calificó de «cuento y burla a los españoles». En la clausura de la convención municipal que el PP ha celebrado en Toledo, Rajoy expresó su malestar porque, a su juicio, el partido que sustenta al Gobierno se pierde en vericuetos estériles sin entrar en lo que es el quid de la cuestión. «El debate debe ser sobre el cambio del Gobierno y sus políticas, no sobre un cambio de caras», apostilló

Había expectación por conocer sí el jefe de filas de los populares trufaría en su discurso alusiones directas a la necesidad de lograr una victoria tan sustancial en las elecciones autonómicas y municipales como para que Zapatero se viera obligado a adelantar las elecciones generales tal y como reclamaron el viernes en este mismo cónclave importantes dirigentes de la formación de centro-derecha como María Dolores de Cospedal, Javier Arenas o Pío García Escudero. Rajoy fue menos sutil, pero coló de rondón en su discurso varias alusiones a esta estrategia popular de convertir el 22-M en un plebiscito sobre las políticas socialistas. A la hora de presentar a la candidata popular a la Alcaldía de Toledo, Paloma Barredo, mostró su convencimiento de que ganaría «al candidato socialista y a José Luis Rodríguez Zapatero, que es el que apoya al actual alcalde de Toledo»

La batalla por convertir los próximos comicios en la antesala de la llegada de Rajoy a la Moncloa queda, de momento, en manos de los lugartenientes. María Dolores de Cospedal, en una intervención previa a la de su jefe de filas, comento lo siguiente: «dice Pepiño Blanco que Rajoy no se presenta a las municipales, pero nosotros sabemos que España necesita un nuevo alcalde, un alcalde de alcaldes y ese es Rajoy»

El todavía jefe de la oposición se centró, una vez más en la economía. Dejó claro su escepticismo a la hora de valorar las nuevas iniciativas que Zapatero presentó el viernes a sus socios comunitarios en Bruselas -"y ayer en la Moncloa a 40 de los principales empresarios españoles-". Rajoy sólo ve en este anuncio el «enésimo plan de medidas económicas» y auguró que provocará los mismos efectos que los anteriores: «más paro, más problemas a los españoles, menos pensiones, más recortes sociales, y más dificultades para crear empresas, bienestar y riqueza». En esta ocasión no las llamó «ocurrencias», pero las redujo a meros «anuncios». Y lo más grave, abundó, es que algunas de estas medidas las rectificarán pasado mañana, otras no se llevarán a cabo nunca y otras es mejor que no se pongan en marcha porque solo servirían para empeorar las cosas», remachó

Plan para emprendedores. La cercanía de las citas con las urnas parece que está animando al máximo dirigente popular a concretar algunas de sus propuestas o promesas. Dentro de este último capítulo, se comprometió a que sus gobiernos lograrían rebajar la actual tasa de desempleo -"situada alrededor del 21%-" en «menos del 10%», como ya hiciera Aznar en su etapa como presidente. Una tarea en la que involucrará a todas las administraciones, empezando por los alcaldes

Adelantó, asimismo, que el PP presentará este lunes «un proyecto de ley completo, como han hecho en otros países de Europa, para resolver los problemas de los emprendedores». Apenas aportó detalles sobre esta iniciativa parlamentaria, salvo que en ella «se definirán lo que son los emprendedores, la fiscalidad, los requisitos y trámites para crear empresas, la financiación de pymes y trabajadores autónomos, la política fiscal, la unidad de mercado».

Rajoy también puso en tela de juicio el nuevo compromiso del Gobierno en materia de lucha contra la economía sumergida, aunque en principio se mostró de acuerdo a que aflore este trabajo ilegal, «siempre que no sea para intentar maquillar estadísticas, algo a los que no s tiene acostumbrado este Gobierno». Lo que ya le pareció «sorprendente» es que los ministros no hayan luchado antes contra estas anomalías, «si es que las conocían».