MICRÓFONOS DE ORO 2011 | una expectación de oscar
Ponferrada cumple otra vez
Aplausos, gritos y devoción a la llegada de las estrellas
No faltaron las pancartas ni las caras pintadas. Como siempre, las adolescentes coparon la atención de las cámaras con gritos desmesurados ante la llegada de sus ídolos. Pero como el fenómeno fan no entiende de edades, también las hubo entradas en años que sacaron los colores a más de un premiado con sus piropos, incluso alguna sobrepasó lo personal para recomendarle a Carmen Cervera, la baronesa Thyssen, que se «arreglara» con su hijo.
Un año más Ponferrada cumplió y se echó a la calle. Mujeres, hombres, niños y no tan niños llegados de distintos puntos de la comarca pusieron la devoción a una velada glamourosa que ganó mucho a los pies del Bergidum. El teatro ponferradino imprimió a la fiesta un aire más solemne, propio de festivales de cine. Alfombra roja y coches de época hicieron el resto.
Desde lo alto, los centenares de personas que salieron a la calle formaban una serpiente interminable que se hizo más ancha, valga la redundancia, en la calle Ancha. Allí se agolparon la mayoría para ver el paso firme -cuando no interrumpido por seguidores o medios de comunicación- de las estrellas de la tarde. Los asiduos a Ponferrada reconocieron en los bercianos una afición inimitable que ya en varias ocasiones ha demostrado que lo de hacer fiesta y montar jolgorio lo llevan en la sangre.
Este año no fue necesario lamentar sobresaltos. Organización y seguridad estaban mejor coordinados para evitar lo que hace dos años ocurrió con Miguel Ángel Silvestre -el Duque-. Ponferrada lució bonita, el teatro Bergidum elegante, las estrellas deslumbrantes y los bercianos, «¡chapó!».