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cecilia cuerdo | sevilla
León

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La peor crisis en el peor momento. El PSOE andaluz vive uno de sus trances más difíciles a cuenta de la dimisión de Luis Pizarro, el consejero de Justicia de José Antonio Griñán. Sería una marejada manejable si no fuera porque, de fondo, está el enfrentamiento entre la actual dirección del partido, salida de un congreso forzado pero con un apoyo casi unánime, y la vieja guardia de Manuel Chaves, arrinconado en Madrid por Zapatero, pero sin intención de perder poder en plaza.

Las condiciones actuales no son las más idóneas para que los socialistas andaluces se enfrenten en una guerra fratricida. Treinta años de gobierno, en los que se han alternado las mayorías absolutas, las coaliciones y servidumbres con el Partido Andalucista -”un partido de corte nacionalista andaluz-”, e incluso los gobiernos en minoría frente a la pinza de PP e IU, han provocado el lógico desgaste de la formación. Las encuestas denotan ya el hastío de quienes no han conocido otras siglas en el gobierno, para quien los muchos avances sociales no logran tapar lastres como la gestión de la crisis y el crecimiento del paro.

Los recientes casos de corrupción no contribuyen a alejar esa idea de régimen clientelar que alienta la oposición. Los falsos prejubilados en los ERE pagados con dinero público han conseguido poner ahora contra las cuerdas al ejecutivo, al que la jueza instructora trata de someter a una investigación general. Más atrás en el tiempo hay que recordar incidentes como el del hermanísimo Juan Guerra, o las dimisiones de altos cargos como el director general de Carreteras Manuel Ollero o el exconsejero de Obras Públicas Jaime Montaner, involucrados en los noventa en el cobro de comisiones ilegales para la adjudicación de obras y permisos urbanísticos (entre otros para Jesús Gil).

El actual enfrentamiento orgánico coincide con el llamamiento a la unidad realizado desde la dirección federal tras la decisión de Zapatero de no renovar su candidatura como presidente. La situación regional no es un asunto baladí porque, de producirse unas primarias, el apoyo de Andalucía resultaría decisivo: es la federación con mayor número de militantes y, junto a Cataluña, puede desestabilizar la balanza en favor de uno u otro candidato.

Griñán no se ha pronunciado, pero un rápido vistazo a la gente que le rodea hace pensar que apoyaría savia nueva, mientras Chaves quiere a Rubalcaba.