Diario de León

Las fuerzas de seguridad creen que ETA busca reducirse y ser menos vulnerable

Tanto Francia como España insisten en que la banda terrorista «no ha tirado la toalla»

Material incautado al comando «Erreka» de ETA, expuesto en el cuartel de Intxaurrondo.

Material incautado al comando «Erreka» de ETA, expuesto en el cuartel de Intxaurrondo.

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melchor sáiz-pardo | madrid
León

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«ETA no ha tirado la toalla». La misma frase, con diferentes acentos, la repiten como una letanía los mandos de la lucha antiterrorista franceses y españoles. No hablan de un rearme abierto, pero sí de una banda que está en plena reorganización, «redimensionando» en palabras de un alto responsable galo, y se reabastece para aguantar «incluso años» en la clandestinidad.

Unos y otros, españoles y franceses, hablan ya sin ambages de una nueva ETA «más reducida» que, aunque muy herida, no termina de agonizar y que todavía tiene arsenales, pistolas engrasadas y terroristas dispuestos a empuñarlas. Los últimos golpes policiales a ambos lados de la frontera en los últimos tres meses dan buena cuenta de que «la fiera no tiene intención de hacerse el harakiri ». La desarticulación de los comandos Otazua o Erreka y la captura de 41 terroristas en pleno alto el fuego apuntillan esa tesis.

Por primera vez parece haber cierto acuerdo entre los diferentes cuerpos policiales sobre la exigua dimensión de esa ETA en recomposición. No cuenta con más de un centenar de activistas entre liberados (a sueldo) y miembros legales (no fichados), frente a los cerca de 350 activistas con los que pudo contar en ciertos momentos de la pasada década. En especial es mala la situación entre los cuadros con experiencia, al punto de que los liberados no superan la treintena.

Es la ETA más pequeña de su más de medio siglo de vida, pero precisamente ese el tipo de organización de «supervivencia» que ahora quiere la mujer que, según los datos de los servicios de Información, está rediseñando ETA, Izaskun Lesaka, la responsable del aparato logístico-militar de la banda, y máxima cabecilla de la organización junto a Iratxe Sorzabal, la dirigente del aparato político de los terroristas.

1397124194 Huidos rechazados. Esta nueva cúpula ha sido la que se ha negado en redondo, por primera vez, a que se incorporaran a ETA las riadas de huidos de la kale borroka que durante años habían sido la cantera de la banda. Los fugados de Segi de las últimas operaciones acabaron por entregarse en el sur de Francia el pasado febrero tras un encierro y ante la imposibilidad de que un ya casi inexistente aparato de acogida etarra se hiciese cargo de ellos. De hecho, «la ETA del sur de Francia es un concepto en extinción», apuntan responsables de la Policía Judicial gala.

Los investigadores del país vecino ya no tienen dudas de que la organización ha decidido trasladar sus bases al centro-norte del país e, incluso, a la frontera con Bélgica, aunque esto suponga un importante obstáculo para poder volver a atentar en territorio español, llegado el caso.

«Que ETA quiere aguantar alejada de España a la espera de acontecimientos es un hecho», insiste esta misma fuente, que asegura que la detención el 10 de abril de Itziar Moreno y Oier Gómez en las cercanías de Limoges confirma esta hipótesis. Los dos terroristas, capturados tras herir a un gendarme durante un tiroteo, llevaban en la zona varias semanas y volvieron al lugar de los hechos sobre sus pasos, en busca de un escondite que todavía no ha sido hallado.

La situación de ETA en España, dicen los analistas de los servicios de Información de Interior, tampoco hace pensar en la desactivación de la banda. La organización terrorista, tras el alto el fuego del pasado enero, ha apostado por dejar en el territorio nacional sólo a sus comando -˜legales-™, compuestos en exclusiva por miembros no fichados que hacen una vida de lo más normal, a los que habría ordenado aguantar sin moverse.

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