La economía sumergida crece en León un 30% en sólo tres años
Casi un 30% en sólo tres años. Los datos de los técnicos de Hacienda reflejan que la crisis ha disparado el volumen de negocio que mueve el empleo sumergido en la provincia. A finales del 2008 el cálculo era de poco más de 2.000 millones de euros los que escapaban al control oficial, una cifra que se ha incrementado en unos 900 millones de euros en los peores momentos de la crisis económica. Era entonces un 23% del Producto Interior Bruto, frente a más del 28% actual.
Hace algo más de un año el Ministerio de Trabajó encargó al Consejo Económico y Social la elaboración de un informe para poder cuantificar el alcance del empleo sumergido. Tarea difícil, porque a los trabajadores registrados de una u otra forma en las listas oficiales hay que sumar, dentro de la bolsa de fraude laboral, por ejemplo a los inmigrantes que han perdido su permiso de trabajo por no haber encontrado un empleo, pero que siguen desarrollando su actividad sin declararla. Según los técnicos, «un colectivo invisible a los ojos del mercado laboral, pero cuya actividad es cada vez más numerosa».
No tan parados. Tampoco se puede cuantificar el número de parados registrados en las listas oficiales, y que sin embargo siguen desarrollando actividades de forma oculta, «compatibilizando» el cobro de la prestación con el ejercicio de un trabajo.
La evidencia de esta doble situación quedó de manifiesto con la ayuda de los 420 euros mensuales para aquellos parados que no cobraran ninguna prestación: menos de un 10% de los posibles perceptores se acogió a la medida, que exigía cumplimentar una serie de itinerarios de inserción laboral, con el correspondiente seguimiento.
También forman parte de esta creciente bolsa de fraude laboral muchos autónomos, que ante las dificultades han optado por hacer «desaparecer» oficialmente sus negocios, pero en la práctica continúan desarrollando al menos una parte de su actividad.
Ocultar a los ojos fiscales y de control oficial el trabajo que se realiza incluye también no declarar, por ejemplo, las «horas extras», o las «chapuzas» al margen de la actividad oficial y declarada.