Francisco Pablo Plaza
«Trabajaba en la construcción y la crisis me llevó a la tienda»
Francisco Pablo Plaza y su novia Ana han abierto una de las últimas fruterías. Está situada en la calle Bernardo del Carpio, en el centro de León. Su historia encaja en el perfil de quien después de muchos trabajando, ha tenido que dar un giro de 180º a su vida.
Francisco Pablo, Fran para los amigos, trabajaba en la construcción hasta que se quedó en paro hace siete meses. «Mi novia ya conocía el sector de la fruta y con el dinero del paro decimos montar este negocio», explica, este nuevo frutero que es ejemplo de la salida que para algunos parados y reconvertidos de otros sectores en crisis significa este vértice de comercio de alimentación.
No es fácil empezar de cero para un operario de la construcción que se vio abocado a huir de un sector económico en crisis. «Es otro tipo de trabajo. Quizá la construcción es más dura, pero aquí tienes más preocupaciones. Son productos perecederos y tienes que medir muy bien las cosas para no perder dinero».
Fran se decidió por abrir una frutería porque su mujer ya conocía el sector. «Ha sido fundamental. Si no, no hubiera dado el paso», confiesa temeroso de que antes de emprender cuenta el riesgo que existe de que la inversión no salga como el autónomo desea.
Después de unas semanas, las cosas le van relativamente bien. Su idea es hacer una pequeña clientela. Cuidar al cliente, con atención y buenos precios
La situación de los desempleados de la construcción es muy acuciante. «Te das cuenta de, después de muchos años en el tajo, no hay trabajo, ni para ti ni para muchos compañeros. Lo que tienes que hacer es no quedarte quieto. Las cosas están mal, pero hay que levantarse y empezar de nuevo», asegura Fran. Antes, todas las mañanas, se ponía el mono de trabajar en las obras. Ahora su ropa de trabajo es un mandil. Y es que, para vender fruta, hay que contar también con la nueva imagen, que resulte atractivo para el cliente, que se acerque primero por necesidad de adquirir la fruta y luego por confianza en el producto que le ofrece el pequeño comercio que tiene en la esquina de su calle, «Es un negocio que necesita mucha limpieza y colores vivos», comenta con una sonrisa. Eligió la zona de Lancia porque, según dice, «no es todavía una zona muy saturada. Es, además, una zona de paso hacia San Claudio y toda la zona de Papalaguinda». E insiste: «Las cosas están mal, pero al menos hay que intentarlo. Si no, ¿qué haces?» concluye.