Diario de León

El PNV deja ahora la ruptura de relaciones con el Gobierno en el aire

Los nacionalistas vascos hablarán cuando el Constitucional sentencie sobre Bildu

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paula de las heras | madrid
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La suspensión de las relaciones con el Gobierno, que con tanta solemnidad anunció Íñigo Urkullu, quedó congelada hasta que el Constitucional diga la última palabra sobre Bildu. El jefe del Ejecutivo y el líder del PNV mantuvieron una conversación el lunes en la que acordaron, según la versión de los nacionalistas, darse «un margen de confianza» a la espera de lo que decida el máximo garante de la Carta Magna. La incertidumbre durará apenas 48 horas.

En el Ejecutivo se admite en privado que es posible un fallo contrario al del alto tribunal. Y en público, de aquella manera, también. «El tema no debe ser fácil cuando el propio Supremo se ha dividido», subrayó ayer el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba. Sin embargo, el Gobierno ni desmiente ni confirma el contenido de la charla entre Zapatero y el presidente del PNV.

Darlo por bueno sería tanto como decir al Tribunal Constitucional que de su decisión depende la gobernabilidad del país porque sin los nacionalistas vascos el grupo socialista tendría muy difícil sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año y hasta podría estar abocado a un adelanto electoral al quedarse en minoría parlamentaria. Hasta ahora, el Ejecutivo ha defendido con vehemencia que no cabe ejercer ningún tipo de presión -«ni sutil ni directa»- sobre los tribunales. «Es la lógica actitud del Gobierno y, en el caso del presidente, aún mucho más obligada», dijo Zapatero en el Senado a una pregunta de Iñaki Anasagasti. Por eso, fuentes oficiales defienden la «prudencia». «No es que no nos preocupe el órdago del PNV -dicen-, pero ya hablaremos después».

En la Moncloa aseguran que el gesto de Urkullu se debe únicamente a que «se siente muy presionado» por la sociedad vasca. Una sociedad que, según admiten, no ha entendido bien el enorme celo de los dos grandes partidos hacia Bildu, ahora, o hacia Sortu, antes. De ahí, dicen, la teatralidad del desmarque y sus contradicciones. La crítica no es hacia una decisión judicial sino hacia el Gobierno del que son -˜socios-™, pero si otro tribunal tumba el primer fallo el enfado se difuminará.

«El reproche es directamente contra el Gobierno porque es quien ha espoleado al Tribunal Supremo con una posición beligerante y vehemente que no se corresponde con lo que esperábamos», justificó el portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka.

El PNV asegura que, además de los presupuestos y las leyes que fuera necesario aprobar para su desarrollo, el acuerdo con el Gobierno incluía «dar estabilidad política al nuevo escenario» que se abría en el País Vasco y «actuar en sintonía». Rubalcaba insistió en que lo importante es que ambos comparten el objetivo de acabar con el terrorismo y que, el resto, es únicamente una discrepancia sobre cómo se deben manejar «los tiempos» para que ese propósito llegue a buen fin.

El Gobierno asegura que no hay motivos para dramatizar y confía en ser capaz de dar la vuelta a la situación con más diálogo. Según Rubalcaba, aunque los nacionalistas ejecuten su amenaza, los socialistas mantendrán vivo el cauce de comunicación e incluso pondrán más empeño en hablar. Tampoco queda otro remedio porque sin ese apoyo crucial a Zapatero le espera un último año de legislatura amargo. El Gobierno puede verse abocado a la más triste de las soledades incluso para la aprobación del techo de gasto en este período de sesiones.

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