El parador tendrá spa, un centro de convenciones y setenta habitaciones
El anteproyecto ganador del concurso de Turespaña diseña un edificio inspirado en los montes de Laciana
El valle de Laciana ha sido el elemento inspirador para la redacción de la propuesta ganadora del concurso del parador de turismo de Villablino, redactado por el estudio TyM Asociados a quienes ya se les ha adjudicado la redacción del proyecto que estará terminada previsiblemente a finales de este año. El complejo hotelero ofertará setenta habitaciones, sesenta de ellas dobles, seis suites -que contarán con salón independiente y acceso desde dos habitaciones contiguas- y cuatro dormitorios adaptados a personas con minusvalía. Dispondrá también de un spa con gimnasio, piscina cubierta, zona de relax, baño turco, sauna, cabinas de tratamiento y vasos de hidroterapia. Este área, localizada en una pieza lateral del nivel principal del complejo, estará a disposición de los clientes alojados en el establecimiento pero también podrá ser utilizado por usuarios externos. De hecho, el recinto dispondrá de una entrada propia, independiente a la del resto del parador, a través de una futura plaza que se habilitará en la cara oeste del complejo. Otro de los servicios ofertados será un centro de convenciones, localizado en el nivel superior al principal en un espacio próximo al exterior y con vestíbulo independiente. En esta área se habilitarán espacios que permitirán organizar configuraciones diferentes para permitir un uso polivalente del salón.
Respecto a la oferta de restauración, el anteproyecto recoge un comedor restaurante principal y un comedor de desayunos, además de facilitar un servicio de cocina que pueda atender al centro de convenciones.
El parador también contará con un aparcamiento de 1.500 metros cuadrados que se ubicará en un nivel inferior, además de un recinto habilitado como aparcamiento exterior.
En la memoria del anteproyecto, los responsables del diseño plantean un edificio con la mirada puesta en los montes de Laciana, una premisa que en este caso se convierte en algo más que una frase hecha ya que el diseño se estructura como una sucesión de fachadas orientadas al horizonte en diferentes sentidos, con la intención de «asomarse» a las montañas que rodean el espacio reservado para el parador y que ya se encuentra preparado para acoger el edificio tras la finalización, hace semanas, de las tareas de derribo de las antiguas escuelas.
Según los responsables del proyecto, en el diseño del edificio «se ha tratado de fragmentar su imagen exterior» con el objetivo de evitar el impacto paisajístico que podría suponer la construcción de un edificio lineal. Por ello, la propuesta arquitectónica plantea «un juego de pequeños volúmenes», lo que favorece la integración en el entorno de una construcción que tendrá una superficie útil de 9.350 metros cuadrados y una superficie construida de 12.100 metros cuadrados.
La repetición de los volumenes crea en su interior «un recorrido rico lleno de sorpresas, tanto por las aperturas de visuales al horizonte como por los espacios interiores que generan». Esta apuesta por el paisaje será disfrutado directamente por los huéspedes, que dispondrán en sus habitaciones de diferentes vistas al valle. Se trata esta de una de las vertientes más importantes de la propuesta, ya que todas las habitaciones y los espacios públicos están en permanente contacto con el paisaje, especialmente a través de terrazas, como es el caso de las habitaciones.
En el anteproyecto se remarca la dualidad piedra-"vidrio «que se mantiene constante a lo largo de todo el edificio». Con esta premisa, el parador estará protegido en su lado norte, que da a la zona del colegio, y que quedará convenientemente protegida. Además, se utilizarán los materiales propios del valle, como la piedra. Así, se pretende conseguir un diálogo con el entorno, con las pequeñas edificaciones de Villablino y con las «líneas quebradas» de los tejados de pizarra.
El acceso principal se habilitará desde la calle García Buelta, desde la que se accede a un espacio previo. El segundo acceso es el que abre el camino al spa. El resto de espacios libres ajardinados se producen en la vertiente sur de la parcela destinada a paseo y disfrute de los clientes a la vez que sirve como prolongación de los espacios públicos situados en el interior.