la batalla por león | el león que yo quiero
El León de los que creemos en el futuro
El León que yo quiero es bastante parecido a la ciudad que hoy disfrutamos. El León que yo anhelo es una versión mejorada de esta ciudad porque creo que éste es un lugar perfecto para vivir y disfrutar y aunque entiendo que aún hay muchas cosas por mejorar, o por cambiar, las bases para una gran ciudad que pueda enfrentarse al futuro están ya asentadas. Ahora queda la consolidación y creo que ésta pasa por la puesta en marcha de medidas de incentivación del empleo -la gran preocupación que tenemos- y por seguir avanzando, como hemos hecho, en una política en la que la innovación tecnológica y la movilidad sostenible nos hagan más fácil y cómoda la vida.
El tamaño, la tranquilidad, la seguridad en las calles, la ubicación geográfica, los servicios que prestamos hacen que los leoneses y las leonesas tengan las mejores condiciones para asentarse aquí e intentar buscar su futuro, de ahí que a veces echemos de menos políticas que ayuden a los pequeños emprendedores a poner en marcha su negocio o su empresa.
En los últimos años hemos avanzado muchísimo para poner en marcha un plan de infraestructuras que permitan facilitar ese asentamiento industrial y comercial. Creo que la ampliación del aeropuerto y la gran terminal que le han hecho el mejor aeropuerto del norte de España, y la llegada inmediata de la Alta Velocidad abrirán nuevas vías de negocio inmediatamente. Como lo hará el Palacio de Congresos porque no olvidemos que el sector servicios, todo el sector servicios, se beneficia de un proyecto como éste que es capaz de mover más de 100 millones de euros y generar un millar de puestos de trabajo en diez años, según recoge el estudio de viabilidad. Empresarios, hosteleros, hoteleros, pero también empresas de transportes, taxistas, comercio de todo tipo, reciben mayores ingresos con eventos continuos en los que participan centenares de personas. Esa es la clave del Palacio de Congresos para la economía. Para la ciudad, que con esta obra y la apertura de la prolongación de Ordoño y la eliminación del paso a nivel del Crucero hemos, ya, integrado en la ciudad barrios que estaban totalmente apartados por las barreras establecidas por la vía.
Por eso cuando desde Diario de León me preguntan qué León quiero tengo que contestar que éste que vamos teniendo. El gran problema de León es algo esencial en toda la comunidad y tiene más que ver con la demografía y con la falta de políticas activas de asentar población que con la economía y la industria.
Es cierto que León se ha quedado envejecida, que más de un tercio de nuestra población es mayor de 65 años y que nuestros jóvenes tienen que emigrar, claro. Pero como los segovianos o los sorianos. Cuando desde la administración que tiene las competencias (y no olvidemos, el dinero que ellas conllevan) no se hace nada para frenar la despoblación rural, no se hace nada por mejorar nuestra universidad, por incentivar nuestro Parque Tecnológico o por crear industria, muy difícil -por no decir imposible- le resulta a una administración local llevar a cabo sus proyectos. No obstante, cuando lo que te marca es la ilusión, el optimismo y la mirada en el futuro estas dificultades se van soslayando. Si nos hubiéramos resignado hace cuatro años pensando que la Junta no hace sus deberes no podríamos haber puesto en marcha muchísimas de las cosas que hemos hecho, cosas que hago para que León, la ciudad que quiero, sea cada vez más la ciudad que anhelo. Sólo hemos de seguir trabajando en la misma línea pensando la ciudad para hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas que en ella viven.
Creo que el modelo a seguir es un compendio de iniciativa que generen empleo y que consoliden un excelente nivel de vida, un nivel de satisfacción con las condiciones de la ciudad que queda de manifiesto en todas y cada una de las encuestas e informes que se realizan sobre la vida en León. La nota que los leoneses damos a nuestra ciudad roza el notable, que coincide también con la que los visitantes excepcionales le confieren. ¿Y por qué? Porque lejos de intereses partidarios o partidistas, León es una ciudad agradable, con un buen sistema (por supuesto mejorable) de transporte público, que atiende la asistencia domiciliaria de los que más lo necesitan, con una programación cultural excepcional (el Auditorio, Musac, Universidad, Espacio Juvenil Vías y la iniciativa privada conjugan todas las artes para poder ofrecer una oferta variada y para todos los públicos), con legado patrimonial, histórico y cultural, con ofertas continuas de instalaciones y pruebas deportivas (hemos puesto en marcha cinco instalaciones en cuatro años), con riberas del río paseables e integradas en el entorno urbano, con 22 kilómetros de carriles bici... Si León se llamara Brujas o Lyon, o Oporto sería una referencia internacional de ciudad sostenible.
¿Qué nos falta? Pues creérnoslo. Cuando viajo siempre pienso que León tiene «ahora» las posibilidades de futuro que siempre deseamos. Así lo vieron los responsables de la Universidad de Washington que eligieron León para asentar su sede europea, razones y argumentos hay sobrados para esta elección. Y no duden de que tenían muchas ofertas en España y fuera de nuestro país.
León es la ciudad que quiero. Mejorada. Pero el León que yo quiero es éste. El de los leoneses y leonesas que creemos en el futuro y que luchamos por él. El proyecto de futuro que no olvida su pasado y su presente.