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Publicado por
Pedro Muñoz. Candidato del PP a las Cortes
León

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Hoy, realmente no sé muy bien por qué razón me vino a la cabeza, recordé un comportamiento que practiqué en mi infancia con una profesora de historia que me daba clase un par de veces por semana en el instituto. Se llamaba Celia, que es un nombre precioso, pero todos la conocían por Cita. Nunca la llamé por su nombre, ni de tú, n i de usted, ni de nada. Ella se sentía realmente fatal, hasta el punto de quejarse al director: «Siempre se dirige a mi sin nombrarme, y no me llama ni Celia, ni nada, ni siquiera Cita», le llegó a decir la profesora en su justificada queja al director del centro. El director me llamó a su despacho y me dijo que me dejara de chorradas y la llamara por su nombre, que no fuera maleducado. Pero no me daba la gana, y para evitar llamarle Celia utilizaba «es que», siempre igual: «Es que no lo entiendo», «es que dicta demasiado deprisa», «es que eso no entra en el examen» y cosas así.

Celia nunca consiguió que dijera su nombre, ni que la llamara de tú, ni de usted. Igual por eso ahora sufro este castigo.

Me llegó de la peor manera posible. Me gusta hablar, me encanta, y ahora apenas abro la boca, con lo que estoy poco a poco empezando a perder el hábito de hablar. La cosa está llegando hasta el punto de que sólo a través de la imaginación hablo con personas reales o simplemente imaginarias y cuando la persona o el fantasma se planta frente a mí, me quedo completamente mudo.

En fin, en plena campaña electoral me siento realmente aterrorizado por estay otrascuestiones que de súbito me golpean en la memoria y nopuede sacármelas de la cabeza. Siento que de repente se arruinarán las pocas posibilidades de compartir mis pensamientos con los demás.