Diario de León
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León

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Hasta que uno se convierte en político, los amigos son algo incuestionable, existen y punto, unas personas tienen más, otros menos.

¿Qué pasa entonces cuando uno se convierte en político?, ¿Por qué aparecen de repente amigos por todas partes? Este es precisamente el momento en el que no debemos cuestionar a los demás sino a nosotros mismos. Tendrán la tarea más fácil los buenos lectores. Saber leer bien un libro, saber escuchar y saber hacer preguntas forman parte de la misma habilidad: distinguir lo verdadero de lo falso. A todos nos gusta que nos halaguen y la adulación es conocida como un arma con la que si se está debidamente entrenado se pueden conseguir muchas cosas. Desde niños aprendemos que el que no llora no mama y la antigua tradición de llevar una manzana a la maestra y acompañarla de una bonita sonrisa seguramente sigue dando buenos resultados hoy en día. El riesgo de toparnos con el adulador es que miente para complacer y a través del engaño llevarnos a tomar decisiones equivocadas que afectarían a los intereses de todos los demás.

¿Tendríamos que pasarnos cuatro años al menos de nuestra vida negando la amistad? Evidentemente no, yo conservo a los amigos de antes, de los que sigo apreciando sus consejos y opiniones sobre cualquier asunto en el que derive la conversación. Al igual que a través de la lectura, he descubierto libros inolvidables para guardar cuidadosamente en la estantería, con veneración; también ha habido otros que he olvidado sobre la mesa y no he tratado con tanto mimo; y algunos que, pasado un tiempo, he entregado a la biblioteca para que puedan disfrutarlos otras personas.

Hoy, afortunadamente, he quedado para cenar con una persona que no vota en mi pueblo.

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