Quiero solidaridad y caras nuevas

Empezaré diciendo una obviedad: quiero a León. Aquí nací. En León y en la casa de mis padres, en Trobajo del Cerecedo, pasé una maravillosa infancia y toda mi juventud. La ciudad me ha visto ir madurando entre sus calles y ha impregnado toda mi vida del olor de sus acacias, sus bares o sus jardines, mientras nacían y crecían aquí mis hijos.

Soy cazurrín y le onés hasta la médula y aunque quiero a León digo también que quiero un León mejor, que atienda y proteja a los principales afectados por la crisis: los parados, que suman hoy 39.029 personas, a las que hay que ayudar a salir adela nte y a cambiar su situación creando empleo productivo. No quiero que León se sienta ahogado por la ruina de la construcción; que tenga su Ayuntamiento hipotecado por una ruina económica que se esconde y que estrangula la economía de la ciudad.

Quiero un León en el que la participación de la ciudadanía sea real y la política tenga un rostro humano, el de cada uno de los vecinos y vecinas; que el Ayuntamiento sea su casa y sus gobernantes tengan que rendirles cuentas.

Necesitamos un León austero y solidario, que recupere el control de lo público, revitalice los sueños y dé oportunidades a los leoneses premiando el esfuerzo y rechazando el clientelismo; con una Universidad potente y dinámica, que oriente la mirada hacia su área metropolitana. Quiero, en suma, un León con caras nuevas, sin los políticos que han gestado la ruina de sus ins tituciones.