| josé mª rodríguez de francisco |
Busco el León amable que siempre fue
Sí, quiero a León. Es ésta la ciudad más bella del mundo y lo afirmo desde la consciencia de que tal afirmación entraña un inmediato riesgo comparativo al que no temo, porque es única. Sus calles antiguas, llenas de historia nos sumergen en la vivencia de leyendas increíbles, plagadas de aventuras, de lavanderas alegres al lado de la fuente de la muralla. Pero querer a León no sólo es refugiarse en recuerdos y vivencias.
Yo quiero un León donde el alcalde sea amigo, oiga y escuche, pasee entre su gente sin guardaespaldas. Quiero un Ayuntamiento de todos, con proyectos y mostradores amables, no preñados de miedos. Quiero un León verde y deportivo, como lo fue siempre, antes de que la canalla asaltara el poder desde la mentira. Quiero un León lleno de gentes que vienen a extasiarse con su belleza y comer nuestras viandas preparadas por nuestros hosteleros y restauradores. Quiero ese León tranquilo y amable que siempre fue y que ha perdido la serenidad entre las rendijas de la convivencia. Alguien nos ha echado el mal de ojo y tenemos que hacer filandón alrededor de nuestras tradiciones y contarnos cómo aquella brava mujer, Elvira, nos libró del tributo de las cien doncellas. Hoy nuestras hijas se van porque no tienen futuro. Por eso es momento de pensar y decidir.
Cada uno es el jefe de estación que decide si el tren del futuro sale de León o se queda como estación término.