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Isabel Carrasco

De compras por Astorga y de baile por Villaquilambre

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ana gaitero | león
León

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Isabel Carrasco va caminando a la sede del PP desde su casa. La tiene a tiro de piedra. O mejor dicho, al otro lado de la pasarela que une el Paseo de La Condesa con el Paseo de Salamanca. Es martes y amanece con sol. El día promete.

«¡Vamos a Astorga, de mercado!», anuncia a la comitiva electoral del autobús del PP. Acomodada en el C8, su «fregoneta» electoral alquilada, saca del bolso una manzana y hace proselitismo de sus buenos hábitos alimentarios: «Hay que comer cinco veces al día. Cada tres horas».

«¡Ay va, me dejé el móvil en el despacho!», recuerda al minuto. Tranquilidad. Tino no tendrá que dar marcha atrás. Isabel Carrasco va siempre hacia adelante. «Atrás, ni para coger carrera», suele decir. «Mira por donde voy a tener una mañana relajada», afirma entre aliviada y resignada. Será por móviles. Tiene quien llame por ella.

Surcamos la AP-72. Saca el manual de campaña del PP. Pero suelta la «bomba» que le pasó Ana Pastor en su visita a León: «La Seguridad Social tiene un agujero de 15.000 millones de euros. Esto no hay quien lo resista... No hay más que hablar con personas que trabajen en la sanidad o en la educación. En los hospitales hay que atender a los inmigrantes no legalizados y que no se le ocurra a ningún médico no tratarles con cuidado. Y además hay que atender a toda su familia y en los comedores poner comida mora».

En el peaje de Hospital de Órbigo se paga religiosamente. Sin comentarios. Para romper el silencio pregunto por sus retos si repite al frente del Palacio de los Guzmanes. Y responde: «Reorganizar muchas cosas para coordinar y ayudar más a los ayuntamientos. Centralizar algunas compras. El medio ambiente va a ser prioritario. Hay directivas que exigen eficiencia energética. Europa va a ser una de las pocas fuentes de financiación». Ya sabe el camino: «Los tres millones de euros del León Labora, un proyecto que no hemos vendido bien, han servido para colocar a 500 personas, el 98% mujeres», apunta.

Vuelve a su agenda. «Llama a Marcos», ordena. «Y a Henar. Dile que mañana a primera hora despacho con el interventor». Tato sigue sin responder. «Que se olvidó el móvil», le informan. «Pues llama a Sindo o a Emilia, que estarán por allí». Soluciones.

Cambia de tercio. «Hacía mucho que no te veía», me dice. «Ando a otras cosas, ni he visto la polémica reforma», contesto. «¿Polémica? También arreglé los despachos de la oposición, que sólo tenían un váter, un váter; y para el salón de plenos, no sólo fue mi despacho. Y más cosas que hay que cambiar, que estaba sin tocar desde los años 60. Y los sillones son de curpiel».

Mirando a Cistierna. Le invito a hacer un pronóstico. «La Diputación siempre es complicada. En el partido judicial de León subiremos, pero salvo que la UPL vaya totalmente al garete no variará. En El Bierzo como son impares (4-3) ya veremos». ¿Y Cistierna? Parece importante la plaza. «Sí, fue Zapatero corriendo. Tenemos un buenísimo candidato, Fidentino Reyero. Nada que ver con hace cuatro años», responde.

Astorga. Sol espléndido, bullicio y música. Un violinista callejero interpreta, al paso de la comitiva, la popular Valencia....es la tierra de las flores, de la luz y del amor... Un café en el bar Correo y, al tajo, a la plaza del Ayuntamiento. La carpa del PP, bien centrada, exhala el popular himno entre los eslóganes «Puedes confiar» y «Sumamos contigo» (del PP, de Astorga, no del PSOE de León).

Plausímetros hinchables, bolígrafos, viseras y programas copan la «cesta electoral» del PP en el mercado de los martes de Astorga. Apolinar, votante confeso de Bustillo del Páramo, se acerca a la candidata emocionado: «Es la primera vez que la veo en persona. Cuando se lo diga a mi hija no se lo cree. Es pequeña pero fina, más guapa que en televisión», piropea el hombre. «Como no ganes en Bustillo te «asesino»», le dice riendo a Faustino Sutil, siete mandatos con mayoría absoluta en el municipio paramés.

«Isabel, dame una gorra, por Dios», le reclaman en el puesto de Cosamai. Es Claudio, uno de los residentes de este centro de la Diputación que acoge a personas adultas con discapacidad intelectual. «Isa, Isa...», le llama Tania. «¡Maragata!». José David y Raúl son los otros residentes al frente del puesto que vende los trabajos que realizan en los talleres ocupacionales. Cerámica, jabones, carpetas, álbumes... Hay un monitor con ellos, pero los «chicos se manejan bien. No se les despista un euro». «Luego vengo a comprar», promete.

Las competencias «impropias» son paradójicamente las que más satisfacciones le han dado en su primer mandato de presidenta. «Ya me han hecho otro traje medieval en Nuestra Señora del Valle», comenta entusiasmada con estos proyectos «heredados».

En el mercado astorgano hay colisión sin daños. Se topan con la comitiva socialista, con Perandones y Victorina Alonso. Saludos, sonrisas y pose para la prensa: «Esta hace historia», dice el aún alcalde. «Esto es un compló. Estamos todos», ríe un acompañante. «¡Adiós, adiós!». Programas aquí y allá: «Un poco de literatura», dice la candidata entregando el folletín.

Sindo Castro le presenta a más gente. «Tiene controlado el mercado Sindo», comenta. «Estás superguapa. ¿Ya de campaña», le dicen. Se unen los candidatos de Villarejo, Villagatón y Estrella Fernández, que se estrena como candidata en Villares de Órbigo. Y se acerca otro simpatizante: «Hay que ir a por Astorga. Si no es esta vez, nunca», vaticina.

El deseo se cruza con la voz de una vendedora. «Tengo el reloj de la suerte, guapas», anuncia con acentó caló. La candidata se prueba varios colores. El amarillo por ocho euros. La tientan con los anillos. «La mujer compuesta quita el hombre de otra puerta», dice el gitano de Benavente.

«Hay que comprar, Tato, hay que comprar», recomienda al candidato de Astorga. «Estamos contigo», le dicen desde otro puesto de León capital. «Con Emilio», matiza ella. «A ver si os portáis. Emilio no os va a engañar, te lo digo yo».

La hora se echa encima pero quiere comprar fruta. Fresas, albaricoques, mangas... En el puesto de Cosamai esperan padres enfadados por la subida. «Por aquí ya no pasa», asegura el hombre.

A la sombra en Valdespino. Tiene razón. Sindo Castro la convence para ir a Valdespino de Somoza. En la plaza del pueblo espera, a la sombra, un grupo de personas mayores. El alcalde de Santiagomillas explica que gracias a los 63.000 euros de la Diputación se ha arreglado la plaza del pueblo y les arranca un aplauso. «Bueno, ¿y qué tal están?», se interesa la candidata. «Arruinadas...» contesta una mujer. «¿Cómo qué, en este pueblo tan guapo?. Les deberían de copiar por lo bien conservado y el respeto respetan las tipologías de la casa maragata», responde Carrasco. «Arruinadas, nosotras, señora, que somos muy mayores...». Le felicitan por los cursos de memoria. Van todas. «Ahora hace falta un bar», matizan. Se han arrimado algunas jóvenes a la conversación y al reparto de gorras azul PP. Se hace tarde. Hace balance de las compras. El reloj de la suerte es la estrella. Me chiflan los relojes, los zapatos y los bolsos, me da lo mismo que sean de cinco euros que de cinco mil. Este reloj me lo llevo a Marbella», presume. Y también hace balance: «No venden nada. Una ruina. No hay dinero»

Llaman al móvil de Luis Aznar candidatos que quieren más programas para el pueblo. Se corta. «¡Ay que ver lo mal que tenemos la cobertura de móvil e Internet en la provincia. Pero no me miréis a mí que eso es de la otra »,. También comenta el derroche en programas electorales y, peor, que «todos quieren bajar impuestos y quitar el IBI». «Pero, ¿de qué van a vivir los ayuntamientos», pregunta sin respuesta. La limitación del 110 km/h le encrespa más. «Estamos en el país de prohibir todo, es una vergüenza».

Por la tarde cruza otra vez, y van cuatro, la pasarela del Bernesga. Critica lo limpia que está la vera del río. «La han limpiado ahora, que siempre está sucia con restos del botellón». «Este es Emilio, el alcalde que va a venir a León», le dice a uno de los paseantes que la saludan en el camino de La Condesa a Luis Carmona. Se me ocurre comentar lo cuidadas que están la orillas del río y casi se ofende: «La han limpiado ahora, que siempre está sucia con restos del botellón».

Por la tarde toca vender el pescado en otro municipio de casi 20.000 habitantes, después de una fugaz visita a la Once con Emilio Gutiérrez y su programa en braille. La directora de la Once, Ascensión Fernández, se sorprende ante la afluencia de periodistas. No sabe muy bien de qué va la cosa, pero recoge los cedés amablemente.

El número cinco, Ricardo Gavilanes y dos de la cola, Jesús Víctor Díez y Jesús Gutiérrez, presidente de la Asociación de Alumnos de la Universidad de la Experiencia, acompañan a Gutiérrez y Carrasco. Café, plátano, una caña, una clara y botellines de agua refrigeran la tarde junto al parque Juan Morano, al que nunca ha entrado, confiesa. Se habla de educación emocional y de salud.

Quebraderos de cabeza le han dado a Isabel Carrasco, sobre todo, «los tribunales con el tema de San Isidro, que me cayó en herencia», matiza, no la anulación de oposiciones: «Yo no tengo a ninguno». La luz de San Isidro es otro de sus retos si repite.

A Isabel Carrasco le gusta ir a Villaquilambre en bici por el carril del río y comer en el Luisón de Villaobispo al regreso. Hoy toca ir en coche. La Casa de Cultura, el salón testigo de los atribulados plenos del municipio más joven de la provincia, está a rebosar. Sin discurso escrito se adentra en la «catástrofe y la desgracia de los cinco millones de parados» y la deblacle de la sanidad y la educación por «los extranjeros ilegales». «No tememos enfrentarnos a esta cruda realidad, tampoco podremos hacer grandes cosas», admite.

El agradecido candidato Manuel García, hijo pródigo del PP, tras cuatro años «desubicado» en Inpovi la ovaciona: «Estoy aquí por ella. Pido un aplauso porque se lleva muchísimos palos que no se merece». Pasadas las diez de la noche se digieren los discursos a ritmo de salsa. La candidata baila un rato y se ríe. Ni rastro de cansancio. Y van 1.100 kilómetros de campaña. Su meta: «Ganar en León» y «que los resultados del día 22 en España hagan que Zapatero no tenga más remedio que adelantar las generales».