OPINIÓN. cuaderno de viaje
Confianza y bienestar
En estos días de conversaciones con las gentes de nuestros pueblos he tomado conciencia de la seguridad que les puede dar el hecho de saber que, caso de necesidad, cuentan con un recurso sanitario próximo y bien dotado. La sanidad es uno de los servicios que el Estado del bienestar garantiza a la ciudadanía, que tiene más alta valoración. Su universalización constituyó un importante avance para la sociedad española pero la descentralización en la competencia y el crecimiento de la población, sin llevar aparejado un proporcional aumento de los recursos (tanto personales como económicos), puede originar carencias. Algo que suele suplirse con el sentido de servicio público y la calidad profesional de quienes lo prestan.
Una mujer de en torno a 80 años nos relataba la dificultad que supone trasladarse unos cuantos kilómetros, hasta el centro de salud para realizarse, por ejemplo, un electro cuando convive otras personas de parecida edad y tienen que «pedir favores» porque no disponen de vehículo. Planteaba que, ya que una médica y un enfermero les visita en su localidad una vez por semana, les ayudaría mucho disponer de un equipo electrocardiográfico (el vocablo lo supimos después) en el consultorio. Se debatió sobre la posibilidad de que el ayuntamiento asumiera la compra.
La pirámide poblacional en las zonas rurales de nuestra provincia está totalmente invertida, lo que hace que sean las personas mayores las usuarias más habituales de los recursos sanitarios, por lo que garantizar la llegada rápida (vías adecuadas) de la asistencia de urgencia idónea (soportes vital básico o medicalizado) y dotar de los medios precisos al personal profesional tendrían una positiva incidencia en la confianza, la calidad de la atención y por tanto en el bienestar de las personas.