Diario de León

cuaderno de viaje

Difama, que algo queda

Publicado por
L. Mariano Santos. Candidato de la UPL a las Cortes
León

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No es la actualidad el mejor momento para hablar de las cotas de popularidad de los que nos dedicamos a la política. Digamos, por decirlo finamente, que la clase política no se encuentra en los mejores momentos y a la consideración general de la ciudadanía se refiere.

Dicho esto me toca a mí romper una lanza a favor de los que hemos elegido participar en ella porque creo que en la mayoría de los casos no somos demonios, sino personas normales que, con sus errores y aciertos, intentamos siempre hacer lo más coherente, con la dificultad que inevitablemente se desprende de la acción de gobierno de la cosa pública.

Es difícil explicar por qué los niveles de descrédito han llegado a este grado, sólo entendible desde la óptica de una grave crisis económica que implica fundamentalmente que los políticos no estamos sabiendo dar soluciones a situaciones personales difíciles. Esto último parece lógico y no exige mayor análisis, sin embargo lo que realmente me preocupa es que dentro de las causas de este divorcio, una de las más importantes, es que la mayor degradación proviene de los propios interesados. Somos nosotros, los que haciendo gala del «difama que algo queda», quienes damos pábulo a ese carácter diabólico que nos hemos granjeado los que nos movemos en este mundillo.

No podemos pedir al ciudadano al que asaltamos en la petición del voto que crea en la honradez del político cuando minutos después acusamos al contrincante de turno de haber sido el autor material del delito más deleznable con la única prueba de su propio discurso. Seamos serios: si queremos que la gente nos respete antes debemos respetarnos nosotros mismos. Hasta que llegue ese momento seguiremos siendo valorados por la ciudadanía de igual manera. Es inevitable.

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