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Zapatero intenta controlar el 'motín'

El secretario general del PSOE sale en defensa de las primarias mientras crece el número de partidarios de convocar un congreso extraordinario para elegir al nuevo líder y candidato para las generales

Zapatero y Rubalcaba, ayer en el Congreso durante la sesión de control al Gobierno.

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ramón gorriarán | madrid
León

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«Las cosas se harán como estaban previstas y va a haber primarias». José Luis Rodríguez Zapatero salió con esta rotundidad al paso de las voces, cada día más numerosas, que reclaman un congreso ordinario o extraordinario para designar al nuevo líder del partido y candidato para el 2012. Sus palabras, sin embargo, no parece que lleven camino de hacerse realidad porque los partidarios de las elecciones internas se limitan a un puñado después del aplauso unánime a esa fórmula tras la reunión del Comité Federal del 2 de abril en la que Zapatero anunció su renuncia a ser candidato. Aumentan, en cambio, los defensores del congreso.

El presidente del Gobierno no tenía ni idea el martes por la tarde de que López iba a demandar en nombre del Partido Socialista de Euskadi la celebración de un congreso. No la esperaba, según colaboradores suyos. Pero pasada la sorpresa, telefoneó ayer a primera hora al lendakari y ambos «estuvieron completamente de acuerdo» en la forma de hacer las cosas. Esto es, con primarias, según Zapatero. El PSE da una versión distinta de esa conversación, que fue tensa, según fuentes conocedoras de la misma, López se enrocó en la tesis del congreso porque es «lo más conveniente» para el PSOE y su delicada situación tras las elecciones del domingo.

El jefe del Ejecutivo, tras una conversación en el Congreso con José Blanco, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Bono, Manuel Chaves, el portavoz socialista en la cámara José Antonio Alonso, y el secretario general del grupo parlamentario, Eduardo Madina, se reafirmó en que las primarias es «lo que corresponde y lo saludable». Además se mostró convencido de poder convencer a los barones territoriales de que su idea y será «ampliamente consensuada» de que es lo mejor para el PSOE. Zapatero incluyó en ese consenso al lendakari.

Pero uno de los más estrechos colaboradores de López, el consejero de Interior, Rodolfo Ares, en un gesto impensable hasta hace nada, señaló que la opinión del presidente del Gobierno y líder del partido es «importante», pero no es quién para tomar esa decisión en solitario porque ese paso corresponde a «los órganos correspondientes» del PSOE, en este caso el Comité Federal del sábado.

Unas palabras que ponen de manifiesto que los socialistas andan sumidos en un más que intenso debate, y en el que cunde el desconcierto. Buena parte de la confusión que reina entre los socialistas responde a la contundencia de la derrota electoral, un revés «sin precedentes», confiesa más de uno.

Condena al fracaso. En el PSOE recuerdan que en las municipales y autonómicas de 1995 el triunfo del PP también fue concluyente, pero se retuvo Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura y una veintena de capitales. Ahora no queda nada de eso, solo es posible que los socialistas puedan retener Extremadura, y no será fácil, y Andalucía y Euskadi porque no han celebrado elecciones. El análisis coincidente de numerosos barones es que esta situación no es culpa de la crisis, como dijo Zapatero, sino de la gestión de la crisis y de una política, la zapaterista, condenada al fracaso. Por eso, afirman numerosos dirigentes territoriales, se impone un cambio de liderazgo y una reformulación del proyecto «que ilusione». Y para eso es necesario un congreso y no unas primarias que solo sería un cambio de caras, pero con el riesgo añadido de fracturar al partido

Esta postura la defendieron en público ayer los socialistas vascos, extremeños y valencianos, y en privado los representantes de otras federaciones. Un motín en toda regla, aunque el extremeño Fernández-Vara intentó poner paños calientes y garantizó que no hay «mano negra ni contubernio alguno» para desbancar a Zapatero.