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Majo, Silván y Fidentino Reyero departen con Silvia Clemente.

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León

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La andanada | pedro vicente

La cuarta investidura de Juan Vicente Herrera no ha podido resultar más plácida para el reelegido. No solo por su reforzada mayoría parlamentaria, sino por un sosegado debate previo en el que la renovada oposición rehuyó en todo momento la confrontación. Un debate de guante blanco marcado por la disposición al diálogo y al acercamiento, con las divergencias relegadas a un segundo plano.

El tono lo marcó sin duda el socialista Óscar López, quien haciendo probablemente de la necesidad virtud, debutó en el Parlamento de la Comunidad con una intervención muy medida, anunciando una oposición constructiva al servicio de dos grandes objetivos: la creación de empleo y el mantenimiento del Estado de Bienestar. «Siempre que se dedique a ello, le anuncio que va a trabajar usted como si tuviera un gobierno de concentración», llegó a decir el portavoz socialista en un discurso muy inteligente, por cuanto, sin contener descalificaciones explicitas, estaba plagado de críticas implícitas. Herrera se quedó con la lectura positiva y agradeció la disposición de su reciente contrincante electoral, al punto de proclamar irónicamente a López «vicepresidente en la sombra del gobierno de concentración».

En su dúplica, el socialista elevó ligeramente el tono y explicitó determinados reproches, pero Herrera no cambió el registró y evitó entrar en el cuerpo a cuerpo. El rifirrafe no tenía ayer hueco en el guión. El buen rollito se mantuvo en el turno del procurador de IU, José María González, cuya amplia discrepancia con las líneas programáticas del candidato a la investidura no impidió su disposición «a trabajar desde el acuerdo o el desacuerdo». En tarde de cumplidos y parabienes, Herrera tuvo el detalle de elogiar el gran trabajo parlamentario desarrollado en el pasado por el antiguo dirigente de IU, Antonio Herreros, quién seguía el debate desde la tribuna al lado del presidente de la UPL, Javier Chamorro.

Los dos únicos componentes del grupo mixto, el mencionado González y el leonesista Alejandro Valderas, se repartieron como buenos socios el tiempo asignado a las minorías. «He venido a hablar de mi libro», comenzó diciendo Valderas, en alusión al programa de gobierno de la UPL. Y a continuación, tras esbozar las reivindicaciones históricas del leonesismo, tiró del repertorio de agravios contra el centralismo vallisoletano, amén de dejar constancia de determinados compromisos incumplidos por la Junta en León. Por lo demás, si alguien esperaba que Herrera ofreciera pistas sobre el tamaño y la composición de su nuevo gobierno, saldría decepcionado. Salvo que tendrá menos de diez consejeros, ni un solo dato más sobre el particular. Hasta el lunes no se despejarán las incógnitas.

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