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Casi cien muertos en la misión más controvertida que dura nueve años

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c.c. | madrid
León

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Los dos muertos de ayer elevan a 96 las víctimas de la misión. El atentado adquiere una significación especial al producirse dos días después de que Zapatero anunciara el calendario de retirada, que se completará en el 2014. Afganistán hace mucho que se erigió en el teatro más mortífero para el Ejército: accidentes, ataques con explosivos y tiroteos han dejado un largo reguero de sangre.

Tras nueve años de misión en los que el nivel de compromiso de los gobiernos, primero del PP y luego del PSOE, ha tenido altibajos más por razones de conveniencia política -la relación con Estados Unidos- que por cuestiones estratégicas u operacionales, las encuestas mostraban que la sociedad cada vez veía menos clara la necesidad de enviar soldados a una guerra lejana y que no reportaba beneficios visibles

Nunca una misión con tanto respaldo político -sólo IU y BNG la rechazaron siempre- provocó tanta división: desde que Aznar enviara en el 2002 a los primeros soldados, el PSOE y el PP, desde el Gobierno o desde la oposición, usaron las sucesivas desgracias para atacarse. Lo hicieron los socialistas a cuenta de la gestión que hizo el PP del accidente del Yak-42, que costó la vida a 62 militares en el 2003. Y el PP quiso devolver el golpe cuando en agosto del 2005 un helicóptero Cougar se estrelló en Herat y murieron sus 17 ocupantes

Guerra o misión humanitaria. Ha habido también disputas terminológicas. La pasada legislatura los diputados discutían sobre si estaban en guerra o en misión humanitaria, o si merecían tal o cual medalla, cuyo color dependía de cómo considerase la misión el gobierno de turno. Tras los asesinatos de ayer, la ministra Chacón insistió en que los militares seguirán en Afganistán «para que el país no vuelva a convertirse en refugio de grupos terroristas y para garantizar la seguridad del resto del mundo». Es la justificación del despliegue inicial, pero cada vez hay más expertos que creen que Afganistán sólo ha reportado a España una interlocución privilegiada ante algunos gobiernos y en determinados foros, aunque el alto mando militar ve otro beneficio: la misión ha servido para que las Fuerzas Armadas ensayen su capacidad de mantener a 2.000 hombres a miles de kilómetros de casa, en un terreno muy parecido al que acogerá los conflictos futuros en los que pueda verse inmersa España.