«He batallado para ejercitar mis derechos»

…sther Cano quería ser inspectora de policía a toda costa, pero a su familia le dio una gran alegría cuando se decidió a optar a la primera oposición de la Policía Local de León que admitió a mujeres en 1982. «Pedían lo mismo a hombres y mujeres, aunque las marcas eran más bajas que ahora; aprobamos seis mujeres y 19 hombres», recuerda.

«Nos dieron un cursillo de un mes y a funcionar». Le tocó regular el tráfico en la Plaza de Regla muchos años. «La gente daba el paseo para ver a las municipalas. Íbamos con falda y tacones, en plan florero y no era muy cómodo. A los dos años nos quitaron las faldas a petición nuestra».

Aguantó muchos comentarios machistas, proferidos igual por prte de mujeres que de hombres: «Estás quitando el puesto de trabajo a un padre de familia», era uno de los más frecuentes.

El jefe, recuerda, «era muy paternalista. Era coronel del ejército y tenía miedo de que nos pasara algo justo cuando le quedaba un año para jubilarse». Tras 29 años de servicio, Esther Cano es ahora uno de las tres mujeres oficiales de la Policía Local en León. «Todo se ha ido normalizando, ahora se ven mujeres conduciendo autobuses y camiones. La mayor dificultad es conciliar la vida familiar y laboral», señala.

Y lo dice por su propia experiencia. Tiene un hijo de siete años y «he tenido que batallar para ejercitar mis derechos» como renunciar a la octava hora. Tuvo que hacer recursos porque se la denegaron bajo el argumento de que era imprescindible en su destino, como jefa de la Unidad de Tráfico. Lo consiguió. «No la hago y no la cobro». En cambio, «un policía hombre no tiene ningún problema para coger la hora de lactancia».

Cree que las mujeres tienen más capacidad de organización. Ella siempre dice que «como no tengo que demostrar que soy muy hombre me aplico a lo mío».

El ascenso, hace 14 años, lo logró en un concurso oposición. Ya tenía la diplomatura de Turismo, aunque no la necesitaba. Al principio las policías no tenían porra ni pistola (de hecho el arma, ni tampoco los grilletes, se proporcionaban a los hombres). La práctica del kárate durante muchos «me dio mucha seguridad. Me veía indefensa ante lo que podía encontrarme y me fui a un gimnasio». Nunca ha usado la pistola, aunque estuvo a punto «un día de carnaval hace diez años en un apuñalamiento».