El candidato socialista se presenta como una alternativa distinta y eficaz
Alfredo Pérez Rubalcaba tiene ante sí la nada desdeñable tarea de convertirse en el candidato del PSOE que es visto como alternativa distinta y eficaz. El problema es que lo que tiene que hacer con una dilatadísima trayectoria en los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero en la mochila. El aspirante socialista empezó a militar en el PSOE en los estertores del franquismo, en 1974, cinco años después de la muerte de su compañero de estudios Enrique Ruano que se encontraba detenido por la Policía.
Con la llegada de los socialistas al Gobierno en 1982 entró en el Ministerio de Educación como director de gabinete de la Secretaría de Estado de Universidades, desde allí recorrió el escalafón hasta llegar a la cúspide ministerial diez años después. Pero sólo duró un año.
En 1993, tras las elecciones generales de aquel año, Felipe González le encarga la cartera de Presidencia y Relaciones con las Cortes y se convierte en el portavoz gubernamental. No son años fáciles para el hasta hoy vicepresidente primero y ministro del Interior pues tuvo que lidiar con la estafa y fuga del director de la Guardia Civil Luis Roldán, la intervención de Banesto, los GAL, las escuchas al rey, las actividades financieras irregulares del presidente del Banco de España Mariano Rubio y un largo etcétera de problemas. Tras la victoria de José María Aznar en 1996, ingresa en la comisión ejecutiva del PSOE y se toma un respiro político hasta que tras la aplastante derrota socialista en 2000 toma partido por José Bono en el congreso del partido que aupó al liderazgo a José Luis Rodríguez Zapatero.
Enseguida estrecha las relaciones con el nuevo secretario general del PSOE y después del triunfo en las elecciones de 2004 ocupa uno de los cargos de confianza, portavoz del grupo socialista. Pero lo fue por poco tiempo, a los dos años asume el Ministerio del Interior, cartera que retuvo tras los comicios de 2008 y las crisis ministeriales de los últimos años. El año pasado, su nombre ya empieza sonar como sucesor de Zapatero en la candidatura socialista.