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m. j. alegre | madrid
León

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En un giro sorprendente, destacados miembros del Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero acusan ahora a la banca de estar en el origen de la recesión, cuando un par de meses atrás todavía se mostraban orgullosos de un sistema crediticio modélico que, gracias a las exigencias del Banco de España, había sido capaz de sortear la crisis financiera sin la aportación de un solo euro de los contribuyentes.

¿Qué ha sucedido en las últimas semanas para provocar este significativo cambio?. Los efectos del estallido de la burbuja hipotecaria sobre las cuentas del sector eran perceptibles mucho antes, los abultados sueldos e indemnizaciones de los banqueros se empezaron a sacar a la luz en el 2006 -”aunque no todas las entidades son igualmente transparentes-” y el proceso de reestructuración de las cajas de ahorro ya había adquirido velocidad de crucero, cuando los mensajes de unos cuantos ministros, encabezados por el todavía vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, cambiaron radicalmente de signo. Antes, muy poco antes, salieron a la luz las discrepancias en el proceso de regularización fiscal del patrimonio de la familia Botín, y la correspondiente investigación. El movimiento de los indignados, los resultados de las elecciones municipales y autonómicas y la confirmación de que Rubalcaba iba a ser cabeza de cartel en unas elecciones generales muy complicadas de ganar modificaron el discurso socialista.

Enfoque social. La situación también se ha agravado desde un enfoque social, y no solo político. El desplome del valor de los inmuebles y la escalada del paro han colocado en circunstancias penosas a ciudadanos hipotecados que no pueden hacer frente al pago de las cuotas y que, además de quedarse en la calle, van a arrastrar, tal vez de por vida, buena parte de su deuda con el banco. Detrás de la tasa de morosos que divulgan los bancos empiezan a aparecer unos rostros concretos. La solución adoptada de urgencia, que consiste en elevar la cantidad de sueldo o ingresos inembargable, resulta poco más que un parche. Cuando Europa empezó a exigir a España ajustes y sacrificios, todavía el presidente José Luis Rodríguez Zapatero llegó a presumir ante los socios del euro y ante inversores institucionales de que el sistema financiero español podía ser considerado «el más sólido del mundo» gracias a un marco de supervisión y regulación «internacionalmente reconocido por su calidad y su rigor».

Meses después, ese discurso se ha visto reemplazado, de puertas adentro, por acusaciones directas. «Alguna responsabilidad tendrán los bancos que concedieron hipotecas al límite, a quien sabían que no iban a poder devolver el dinero», dijo Rubalcaba, y el ministro de Fomento, José Blanco, abundó en esta acusación, afirmando que las tasaciones de inmuebles se habían realizado «por encima de su valor real», al tiempo que invitó a «practicar la autocrítica» a todo el sector.