Los nacionalistas salvan de nuevo a un Gobierno acorralado por los mercados
Aprobado el primer paso de los Presupuestos gracias a la abstención de CiU y PNV
El Gobierno volvió a frenar ayer el coche ante el precipicio y en el último segundo. La vicepresidenta Elena Salgado logró salvar tras, una frenética tarde-noche de negociaciones con los grupos nacionalistas, la aprobación en el Congreso de la cifra del techo de gasto público para 2012, el trámite sin el cual el Ejecutivo no puede elaborar ni presentar en el Parlamento los Presupuestos del Estado para el próximo año. Nadie en el Gobierno ni en el PSOE tenía dudas. Si pasadas las nueve de la noche llegan a perder la votación parlamentaria, el mismo día en el que los mercados atacaron con saña a la deuda pública española y volvieron a colocar al país ante el fantasma de la intervención, hubiese sido la puntilla para el gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, que se hubiese visto abocado, sin apoyos políticos, a un adelanto electoral.
La vicepresidenta económica se pasó el día al teléfono, en ocasiones con tono de súplica y de evidente desesperación, para convencer a los principales líderes de CiU y del PNV de que facilitasen la aprobación del techo de gasto con su abstención, ya que no estaban dispuestos a dar el sí. El hueso más duro fue Josep Antoni Duran i Lleida, quien amenazó con el no hasta última hora y sólo dio su brazo a torcer -”»por responsabilidad ante la gravedad del momento»-” diez minutos antes de que Salgado tuviese que subir a la tribuna del Congreso para defender su marco presupuestario para 2012. Duran apretó a la nueva número dos del Ejecutivo hasta que logró algunas promesas para aliviar en los próximos meses las dificultades financieras por las que atraviesa la Generalitat de Cataluña. Salgado mantuvo en paralelo una negociación no menos dramática con el líder del PNV, Iñigo Urkullu, y su portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, en la que invocó de continuo a que si la votación se perdía, la situación financiera internacional de España pasaría a ser crítica. Si CiU finalmente terminaba por votar no, necesitaba para evitar la derrota el sí de los vascos.
Al final, el Gobierno salvó la votación con los únicos 169 votos positivos de los socialistas y gracias a las abstenciones de CiU, PNV, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro, los dos últimos socios de gobierno del PSOE en ambas comunidades. Pese a todo, ninguno ahorró duras críticas al Gobierno y a su gestión económica.