Sesenta minutos para recorrer un siglo de carbón
Las entrañas de la antigua MSP están llenas de detalles recuperados del olvido
Cruzar las puertas que dan acceso a la Sección del Carbón del Museo Nacional de la Energía (MNE) es como dar un paso atrás en el tiempo y regresar al pasado minero que marcó el origen del esplendor económico berciano. Dentro de Ene.térmica, el visitante puede ver de cerca aquello que hace tres décadas era el pan de cada día de los operarios de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) y que ahora, restaurado y recuperado, se ha convertido en una joya histórica. Piezas de colección que en su día lavaron, transportaron y transformaron el carbón en energía.
Las calderas Walther y Balbcock & Wilcox, los turboalternadores Ljungstrom, los denominados ceniceros que -”en el subsuelo-” recogían las escorias producidas de la combustión del carbón y las transportaban hasta el río Sil, o transformadores eléctricos tan arcaicos como valiosos. Todo ello conforma el entramado más concreto de Ene.térmica, detalles que, sumados, dan forma al primero de los brazos del MNE y que ayer removieron la memoria de los trabajadores que decidieron volver. Entre ellos Adonis Arregui y Santos de la Rosa, que trabajaron más de 40 años en la MSP y recordaron como la nave de turbinas alcanzaba temperaturas de hasta 54 grados. Lamentaron, eso sí, la falta de detalles, como los elementos de cobre y vidrio de los alternadores, víctimas del robo.
Lo primero que ve el visitante en su entrada al museo es la histórica Baldwin número 8 -”la Ponferrada-”, la locomotora de origen americano que se utilizaba para el transporte de carbón entre Ponferrada y Villablino. Tras ella, las antiguas vías que comunicaban la zona de la locomotora con la nave de calderas han sido convertidas en una pasarela que desemboca en una de las partes más espectaculares del complejo, detallada de tal manera que hasta puede verse el interior de una de las seis calderas, con la escoria pegada a sus paredes tal y como el tiempo la ha conservado.
En la nave de turbinas destaca la elegancia del imponente panel de control, embellecido con vidrio emplomado. Era éste el cerebro de la central, desde él los ingenieros controlaban el sistema de turbinas y lo que sucedía en Laciana en tiempo real.
A lo largo de todo el recorrido, una serie de pantallas emiten testimonios reales de quienes fueron trabajadores de la MSP. Hombre y mujeres que cuentan la historia que ellos vivieron. Así, el trayecto, que dura aproximadamente una hora, concluye en lo que hoy es la cafetería y antaño fue la primera central térmica, construida en 1920, el origen de la MSP.