«A tal hora, el partido de fútbol» fue la contraseña de los militares sublevados
Según se desprende del estudio de los informes o instrucciones que figuran en el Plan de acción del general Emilio Mola, el papel adjudicado a León en la sublevación era secundario, pero imprescindible, debido a la labor de control que debía de ejercer sobre Asturias.
Salvo el comandante Julián Rubio, de la Base Aérea, los máximos jefes militares leoneses simpatizaban con el golpe. El gobernador militar, general Carlos Bosch y Bosch, el jefe del Regimiento de Infantería de Burgos Nº 31, coronel Vicente Lafuente Baleztena, así como sus respectivos comandantes en León, Miguel Arredonda Lorza y en Astorga, Elías Gallego Muro. Es más, según cuenta el historiador Manuel Álvarez, autor de una interesante tesis sobre la Legión Cóndor, habían acordado que el levantamiento se iniciaría en León capital y una vez realizado se lo comunicarían rápidamente a Astorga, con fuerte presencia militar, «para que allí se tomasen las oportunas medidas». La comunicación se haría por vía telegráfica, y en ella figuraría un significativo texto a modo de contraseña: «A tal hora, el partido de fútbol».
Primeras horas tranquilas. El 18 de julio amaneció tranquilo en León. Por la radio se daba cuenta de la sublevación en Marruecos. Sólo a medida que fue pasando el día, la Casa del Pueblo fue acogiendo a militantes de UGT y CNT por si fuera necesario defender al gobierno de la República.
Mientras en Asturias el coronel Aranda había recibido ese mismo día órdenes desde el Ministerio de la Guerra para armar a los mineros con el objetivo de que dirigieran a Madrid, desde el mismo departamento se cursó otro mandato al general Juan García Gómez Caminero, inspector general del Ejército, para que se dirigiera a León y Astorga con el objetivo también de mantener el control. Desde la ciudad bimilenaria, y por telégrafo, escribió al Ministerio esa misma noche del 18 de julio: «Acabo de llegar a Astorga, me propongo visitar mañana la guarnición. 19 continuaré a León. Aguardo órdenes».
Tensa noche. La noche del 18 de julio se registraron los primeros incidentes. La población permanecía expectante mientras la calma era la nota común en los cuarteles leoneses.
El día 19, el general Gómez Caminero llega a León procedente de Astorga y ordena al general Bosch, entonces gobernador militar, entregar armas y municiones a los mineros asturianos. Bosch intentó demorarlo todo lo posible. Caminero visitó también el aeródromo de la Virgen del Camino, donde emplazó a su responsable, el comandante Julián Rubio a entregar armas y munición a la columna de Asturias que se dirigía a Madrid.
Salida de los mineros. A las 18 horas y 19 minutos del 19 de julio partieron de León las columnas de milicianos con destino a Madrid. El general Gómez Caminero abandonó la capital leonesa en la madrugada del 19 al 20, pensando que la declaración del golpe sería inmediata.
Hacia el mediodía del 20 de julio el aeródromo leonés se sumó a la sublevación por orden expresa de su comandante Julián Rubio López, adelantándose en dos horas a las otras fuerzas militares de la ciudad.
El golpe ya es oficial. A las dos de la tarde del mismo día 20, el general Carlos Bosch y Bosch declaró el estado de guerra. Los sublevados tomaron los puntos neurálgicos de la ciudad como el Gobierno Civil, Radio León, Telefónica, San Marcos, La Catedral y la Casa del Pueblo. Se producen detenciones. A las 23 horas del día 20 de julio el general Bosch asumió el mando de la provincia.