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La Guerra Civil dejó en la provincia cientos de muertos y desaparecidos

San Marcos llegó a contar con más de 7.000 prisioneros del bando republicano

Fotografía de Martín padre de la cárcel, donde se hacinaban los presos.

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León

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La Guerra Civil ha dejado una herida en la sociedad española que sigue latente 75 años después del inicio de la sublevación militar.

No hay un cálculo oficial de víctimas en la contienda nacional en la provincia de León. A los fusilamientos siguió una depuración de personas afines a la República, muchas de ellas enterradas en fosas comunes que aún hoy son objeto de controversia. A los que murieron en el frente, en la Montaña de León, en ambos bandos, se suman los denominados «paseos», una manifestación de violencia que no pasó por ningún tipo de juicio previo. Según el investigador Javier Rodríguez, en 1936 y 1937 las ejecuciones irregulares superaron en número a las ejecuciones derivadas de sentencias dictadas por tribunales militares. «Durante estos años fueron muy pocas las víctimas mortales que tuvieron la oportunidad de pasar por consejos de guerra; la mayoría murieron en los llamados «paseos» que aunque protagonizados por grupos de civiles armados, eran consentidos y fomentados por las autoridades».

Los escenarios más conocidos fueron los montes de Valverde del Camino, Villadangos, Casasola, San Isidro; además del Campo de Fresno, Montearenas en Ponferrada, el depósito de máquinas de la azucarera de León o el polígono de tiro de Puente Castro. «Los Registros Civiles de la ciudad de León, Gradefes, Cuadros, Villadangos, Valverde de la Virgen tienen en su sección de defunciones muchas hojas encabezadas por «sujetos desconocidos» o «varón sin identificar».

Entre 1936 y 1939, San Marcos se convirtió en campo de prisioneros. Tras la caída del frente norte, el 21 de octubre de 1937, entre 10.000 y 12.000 milicianos leoneses habían permanecido al lado de la República sufrieron prisión o fueron asesinados. Sólo San Marcos contó con una población reclusa de 7.000 hombres y 300 mujeres. También fue utilizada como cárcel una antigua fábrica de curtidos en el barrio de Santa Ana y la propia prisión provincial.