Diario de León

Maquis: ¿simples bandidos o combativos opositores?

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javier de miguel | león
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Para unos han pasado a la historia como simples bandidos que se echaron al monte al acabar la Guerra Civil. Nunca llegaron a «poner en jaque» al régimen, pero Franco se tomó «muy en serio» acabar con estos guerrilleros clandestinos, que abanderaron la oposición interna de la España de los años 40.

Esa es la síntesis que el investigador de la Universidad de León y experto en historia franquista, Javier Rodríguez, hace de la ambivalencia del fenómeno del maquis en la memoria colectiva. «No eran delincuentes, eran guerrilleros», incide Martínez, quien en una entrevista con Efe señala que la imagen del maquis como un bandolero es fruto de la «propaganda» del régimen en su afán por destruir los apoyos sociales que el movimiento podía cosechar. Según subraya, el Estado no llegó a sentir un «miedo real» de que la guerrilla fuera a ponerlo «en peligro», pero sí percibió que en algunas zonas estaba empezando a crear «problemas» en la vida cotidiana.

Sin una estructura unificada en todo el país, los grupos de maquis los comenzaron a nutrir excombatientes republicanos y represaliados que huían a bosques y parajes de difícil acceso, donde encontraban un lugar idóneo para esconderse de la Policía Armada y la Guardia Civil. Estas incipientes guerrillas proliferaron en las zonas montañosas y fue en el Bierzo donde, según apunta, se creó en 1942 la primera agrupación «organizada» de España, denominada León-Galicia. Martínez asume que el maquis protagonizó acciones armadas y violentas, como atracos, secuestros y asesinatos, si bien las circunscribe en el contexto de la «cruel» represión de la posguerra.

Invadir España. Tal vez su episodio más sonado fue el intento de invadir España a través del Valle de Arán en 1944, en el que cinco mil guerrilleros que trataron de cruzar los Pirineos fueron frenados por las tropas de Franco, apunta Martínez, que entiende que el maquis llegó a tener esperanzas de éxito acabada la II Guerra Mundial ante una posible intervención aliada en España. A su juicio, una de las armas «más mortíferas» contra estos grupos fue la creación en 1942 de las «contrapartidas», unidades de la Guardia Civil que vivían en el monte al igual que ellos. Además, el régimen amplió el campo de acción contra los guerrilleros y promulgó en 1947 la Ley de Delitos de Bandidaje y Terrorismo.

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