El papel decisivo de Cospedal

Nadie en el PP quiere arrogarse ningun papel en la renuncia de Francisco Camps. «Ha sido una decisión personal que le honra», santifican en la dirección nacional. Pero los hechos y algunos testimonios contradicen esta versión oficial. Camps se desmoronó ante la presión de su familia, que lo quería fuera de la primera línea política; de la dirección nacional del PP, que le señalaba la renuncia como la salida más beneficiosa y de sus más estrechos colaboradores en Valencia, que, en cambio, le animaban a que aguantara. Tal vez cueste algunas semanas más conocer con exactitud el quién ha sido quién en los últimos tres días de Camps como presidente valenciano. Lo cierto es que, además de Mariano Rajoy, Dolores de Cospedal también desempeñó un papel decisivo en este desenlace. La secretaria general del PP, aparentemente ausente en la crisis, suspendió parte de su agenda oficial -”se ausentó de la toma de posesión de una de sus principales colaboradoras, Ana Cristina Guarinos, como presidenta de la Diputación de Guadalajara-” para centrase en el lío valenciano , un problema que podría haber complicado la campaña de Rajoy a las generales.

Cospedal, según fuentes de su entorno, conversó con Camps por teléfono más de una docena de veces desde el pasado lunes. Una de las llamadas se produjo durante las dos horas frenéticas en las que el presidente valenciano gestó su adiós. La número dos del PP habría jugado un papel clave, incluso, en el cambio de parecer de Rajoy en relación a la autoinculpación de Camps para evitar el banquillo. El líder de los populares primero secundó esta opción por ser «la menos mala», pero el miércoles cambió de idea. «O tres años y medio de deshonra o la renuncia», espetó a Camps. Cospedal, en contra del parecer de algún alto dirigente popular, nunca tuvo dudas sobre que la única salida posible tras conocerse el auto de enjuiciamiento contra el presidente valenciano era la dimisión.